sábado, 28 de octubre de 2017

Razones contra la eutanasia




  1. La Vida no es un derecho, sino el sustrato de los derechos: ¡tenemos derechos porque estamos vivos! La Vida, como la Libertad, son bienes de la humanidad, por eso no pueden eliminarse ni siquiera a petición del individuo: nadie puede pedir la muerte, como nadie puede entregarse como esclavo voluntariamente. Son derechos irrenunciables. Hemos retirado a los jueces el derecho a decidir sobre la vida de los asesinos y se lo quieren arrogar ahora para decidir la vida de los inocentes.
  1. La eutanasia activa -suicidio asistido- no es un respeto de la libertad de la persona, sino la decisión de un tercero -legislador o juez- sobre qué vida merece la pena ser vivida (o le merece la pena a la sociedad que continúe viva). Es la peor de las discriminaciones: clasificar las vidas según su utilidad o calidad. ¿Quién decidirá qué sufrimiento puede acceder a la eutanasia?: el cáncer de próstata, la tetraplejia, la depresión o incluso la quiebra financiera.
  1. La eutanasia acaba extendiéndose. Siempre que se abre una fisura en el edificio jurídico de la defensa de la vida, éste acaba derrumbándose. Tenemos el antecedente del aborto: de los tres supuestos restrictivos, se ha pasado al aborto libre a la carta. Y, por supuesto, acaba apareciendo el negocio respectivo: ya existe en Zurich el suicidio asistido... el llamado turismo fúnebre.
  1. La eutanasia es el fracaso de la sociedad: cuando un enfermo pide la muerte (todos hemos gritado alguna vez: ¡tierra trágame!), lo que está pidiendo es ayuda y más cariño. Si se le da la razón y se le „concede“ la muerte, se le está diciendo: es verdad, tu vida ya no merece la pena, nos estorbas, nada más podemos hacer por ti.
  1. Nunca puede ser digna una muerte provocada -ni puede ser digno provocarla-: la muerte digna es aquella en la que se trata al paciente como persona, al margen de sus condiciones vitales, rodeado del cariño de los demás y poniendo a su disposición los cuidados paliativos pertinentes. La eutanasia nunca puede ser considerado un acto médico, porque no persigue ni la curación ni la reducción del dolor; es un acto anti-médico: persigue la muerte.

En occidente se está implantando la cultura de la muerte; la muerte como solución fácil ante problemas que no tienen otra solución aparente: aborto, eutanasia, terrorismo, pena de muerte, utilización de embriones para investigación... y siempre un componente económico detrás de todos ellos.

  1. La eutanasia de los niños se presenta como una prolongación del aborto: si el niño escapó al diagnóstico de su enfermedad durante el embarazo, existe otra oportunidad para suprimirle. El primer pueblo „progresista“ que redescubrió este método -que ya se practicaba en la antigüedad- fue el Nazi: el primer caso se aplicó a un niño con labio leporino cuyos padres consideraron que su vida no merecería la pena vivirse. Y es que la eutanasia no es progresismo político, sino la regresión a tiempos de barbarie.

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