La doctora Gloria era atea y partidaria del aborto y la eutanasia. En 1995, algo truncó su vida aunque, como veremos, fue para bien: la doctora…
La
doctora Gloria era atea y partidaria del aborto y la eutanasia. En
1995, algo truncó su vida aunque, como veremos, fue para bien: la
doctora Gloria Polo, odontóloga colombiana, fue alcanzada por un rayo y
su organismo quedó ampliamente necrosado, cayendo en un coma profundo.
Cuando
despertó del mismo contó un impresionante “viaje” por el otro lado de
la vida, en que vio el Cielo, el Purgatorio y el Infierno. Ella misma
relató en persona ante un nutrido público en la parroquia de Santa
Micaela de Madrid su dramática experiencia:
“El
rayo me carbonizó y quedé en paro cardiaco, sin vida, pero mientras mi
carne estaba allí carbonizada yo me encontraba dentro de un hermosísimo
túnel blanco, de un gozo, de una paz, una felicidad que no hay palabras
humanas para describir la grandeza de ese momento”. “Gracias a Dios, yo
estaba en coma porque defendía el aborto y la eutanasia, y si hubiese
sido consciente del estado de mi cuerpo, al que tanto dinero y culto
había dedicado, hubiese pedido que me dejasen ‘morir dignamente’”.
“Llegué
a un lugar en el que había una felicidad inmensa, donde todo el mundo
estaba como vestido de sol, y me di cuenta de que el vestido que
llevaban estaba hecho de la piel del Cordero de Dios, es decir de las
comuniones que habían recibido a lo largo de sus vidas. Y vi a mi madre.
Yo siempre pensé que era una fracasada, sin estudios, que sólo servía
para criar hijos y para trabajar. Pero allí estaba, y estaba tan guapa,
tan feliz”.
Pero
Gloria no se pudo quedar con su madre y comenzó a descender en un paseo
que poco a poco fue perdiendo encanto: “Había muchísima gente. La luz
se fue perdiendo y empecé a andar en unos túneles de tinieblas
espantosas. Ellas mismas ocasionan dolor, horror y vergüenza, y huelen
mal. Siento un vacío impresionante en mi cuerpo, un abismo al fondo
inenarrable, porque lo más espantoso de ese hueco era que no sentía ni
un poco del amor de Dios, ni una gota de esperanza. Yo sabía que si
entraba ahí, mi alma estaba muerta. Y en ese horror tan grande, me cogen
de los pies. Mi cuerpo entró en ese hueco, pero mis pies estaban
sostenidos desde arriba. Fue un momento muy doloroso y terrorífico. El
ateísmo se me quedó en el camino y empecé a gritar. Me di cuenta de que
allí se encontraban millares de personas, sobre todo jóvenes, y con
dolor me doy cuenta de que se empieza a escuchar el rechinar de dientes
con unos alaridos y lamentaciones que me estremecían. Pero lo más
terrible es la ausencia de Dios. No sentía al Señor”.
“Las
oraciones de mucha gente me salvaron. Grité: ¡Señor, perdóname! ¡Dame
una segunda oportunidad! Y ese fue el momento más bello, yo no tengo
palabras para describir ese momento. Él baja y me saca de ese hueco. Me
enseñó un montón, infinidad de llamitas. Eran fuego de amor, encendidas
por la adoración de miles de personas. Y ya llevo más de diez años dando
testimonio”.
La
doctora Gloria Polo en su vida anterior había abortado a un hijo suyo
así como había ayudado y patrocinado diversos abortos. Tuvo también una
visión de la belleza de la concepción y de la gravedad de acabar
voluntariamente con la vida del concebido.
Tan
pronto como se forma el embrión en el vientre de la madre se forma el
alma del hombre: “Se forma una chispa hermosa. El vientre de la madre,
tan pronto es fecundado, se ilumina con el brillo del alma; y, cuando se
aborta esa alma grita y gime de dolor aunque no tenga ojos ni carne. Se
escucha ese grito cuando lo están asesinando y el Cielo se estremece, y
en el Infierno se escucha otro grito igual, pero de júbilo”.
En
suma, el Señor se deja conmover por las oraciones de los fieles, y usa
de su misericordia infinita y da una segunda oportunidad aun en
situaciones en que, humanamente hablando, pensaríamos que se trata de un
caso desesperado.
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