Santo Domingo Savio condujo a sus problemáticos compañeros de clase de vuelta a Dios
Puede resultar difícil ser padres, en especial cuando un joven adolescente se desvía del camino de la verdad para ir de cabeza por caminos que con demasiada frecuencia demuestran ser no solo improductivos, sino dañinos. La experiencia puede ser dolorosa, tanto para adolescentes como para padres, y aun así parece una parte inevitable de la vida.Aunque hay muchos factores diferentes que contribuyen al comportamiento rebelde de un joven, tanto padres como profesores siempre pueden recurrir a los santos en momentos de necesidad. Uno de los múltiples intercesores poderosos en la presencia de Dios es santo Domingo Savio.
Domingo era un chico brillante que conoció a san Juan Bosco cuando tenía 12 años y que asistió a su escuela. Como cualquier muchacho corriente, era un amante de la diversión, así que a veces se metía en problemas por reír demasiado en la clase. Le encantaba jugar, pero también dedicaba largas horas a la oración.
Un día, Domingo se topó con dos muchachos discutiendo y a punto de iniciar una peligrosa pelea. Se disponían a tirarse piedras entre sí, cuando Domingo intervino.
Domingo imploró: “Tenéis que parar. ¡Esto no está bien!”.
Uno de los chicos gritó: “No puedes pararnos”.
“No hasta que le abra la cabeza…”, añadió el otro.
“No voy a parar la pelea”, respondió Domingo con un grito, “pero os voy a pedir que aceptéis una condición (…) Antes de empezar a pelear, debéis mirar este crucifijo y tirar la primera piedra contra mí”.
Sorprendido, el muchacho empezó a temblar. “¡No!”, protestó. “¡Nunca! No tengo ningún problema contigo, Domingo”.
“Ninguno de vosotros está dispuesto a dañarme porque soy vuestro amigo, y aun así queréis cometer este pecado por un estúpido comentario hecho en el colegio. Cristo, que era inocente, murió por nosotros en vez de buscar venganza contra quienes le odiaban”. Domingo permaneció ante ellos, en silencio, con el crucifijo en la mano. Los otros dos chicos dejaron caer las piedras, avergonzados ante la valentía de Domingo.
Domingo fue un ejemplo de luz para sus compañeros de clase y ayudó a muchos de ellos a redirigir sus vidas y regresar a Dios. Murió a los 15 años a causa de una enfermedad grave, sin identificar, y más tarde fue canonizado por hacer gala de una fe tan heroica a tan temprana edad.
Domingo es conocido como el santo patrón de los “delincuentes juveniles” y es un gran intercesor para todos los jóvenes, sobre todo aquellos que han sucumbido a malas influencias o se han descarriado.
Aquí tenéis una breve oración a santo Domingo Savio para invocar su intercesión en un momento de necesidad.
Querido santo Domingo Savio,
te pidamos que detengas tu mirada en todos los jóvenes
y les inspires para amar a Dios como tú hiciste.
Reza por que todos compartamos tu aversión al pecado
y logremos una vida de santidad.
Jesús siempre habló de Su amor a los niños
y sabemos que tus peticiones serán bien recibidas.
Te pedimos humildemente
que lleves nuestras súplicas ante el Señor.
[Menciona tus intenciones aquí…]
Santo Domingo Savio,
reza por nosotros.
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