martes, 2 de enero de 2018

La Virgen María, ¿descendía de David o de Aaron





Los evangelios tienen claro que José era hijo de David, pero Jesús no era su hijo biológico. ¿Cómo decir que Jesús es descendiente del rey David?

El Nuevo Testamento enfatiza que Cristo es hijo de David, como debía ser el Mesías según las profecías (2 S 7,12; Isaías 11,1…).
Las escrituras enfatizan que Jesús tiene ascendencia real.
Él es “hijo de David”, (cf. Mt 1,6; 1,20; 9,27; 12,23; 15,22; 20,30 y 31; 21,9; 21,15; Mc 10,47 y 48; 11,10; 12,35; Lc 1,69; 2,4; 3,31; 18,38 y 39; 20,41).
Cuando Jesús plantea explícitamente la pregunta, la respuesta es clara para todos: “¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: —De David” (Mt 22,42). Es una cuestión importante porque las profecías que prometían que el Cristo Mesías descendería de la línea de David eran bien conocidas por todos (2 S 7,12sq; Is 11,1; Sal 18,51, etc.). Nadie puede afirmar ser Cristo sin ser de la tribu de Judá, descendiente de David. Entonces, ¿Jesús es hijo de David de qué forma?
Cristo es legalmente hijo de David a través de José, su padre legal, como destacan las dos genealogías de Cristo ofrecidas por Mateo (genealogía descendiente según la naturaleza) y por Lucas (genealogía ascendente según la Ley).
Pero si bien Cristo es legalmente hijo de David por José, ¿lo es también por parte de su madre, la Virgen María, a través de quien se hizo carne?
El credo afirma que Jesús “se encarnó de la Virgen María”, pero la Madre de Dios, que tenía por pariente a Isabel, “descendiente de Aarón” (Lc 1,5) ¿tenía sangre de David o del linaje de Aarón, o de los dos?
Los Evangelios no lo mencionan explícitamente, pero otros escritos del Nuevo Testamento y una Tradición mayoritaria afirman vehementemente que Jesús es también hijo de David según la carne (es decir, de María).
Los Evangelios de Mateo y Lucas no hablan de esta cuestión, pero San Pablo afirma rotundamente que Jesucristo es “del linaje de David según la carne (sarx)” (Rm 1,3).
De igual forma se corresponde con las profecías de Natán a David, recuperadas por Pedro y Pablo: “Y como David era profeta, Dios le prometió que un familiar suyo sería rey de Israel” (2 S 7,12sq; 1 Cr 17,11-14; Sal 132,11; Hch 2,30; Hch 13,23).
Según San Juan, Los Hechos de los Apóstoles y San Pablo, Cristo viene “de la descendencia de David” (Jn 7,42, Hch 13,23, 2 Tm 2,8, Heb 7,14).
Él es “el León de la tribu de Judá, la raíz de David” según el Apocalipsis (Ap 5,5 ó 22,16).
La Tradición se inclina del mismo lado en cuanto a los orígenes. María siempre ha sido considerada como “el ramo del tronco de Jesé, padre de David”, que dará la flor mesiánica (Is 11,1-10).
¿No es muy probable, entonces, que en una civilización donde comúnmente se producían matrimonios entre personas de la misma tribu o del mismo clan, José decidiera casarse con una chica de la misma línea de David que él?
Los evangelios apócrifos, como el venerable Protoevangelio de Santiago, afirman claramente que María es de la casa de David.
Los Padres Apostólicos después de San Ignacio (siglo I) y San Justino (siglo II) dan este hecho por sentado (San Ignacio, Carta a los efesios 18,2; San Justino, Diálogo con Trifón 43-45; para un resumen de la tradición patrística cf. Santo Tomás de Aquino: ST parte III, cap. 31, 2-3).
“Ya que el mismo evangelista nos dice que el esposo de María era José, que la madre de Cristo era virgen y que Cristo es de la descendencia de David, ¿qué nos queda sino creer que María no era ajena al parentesco de David?” (San Agustín).
Por lo tanto, parece bastante claro que María era hija de David, pero queda por esclarecer por qué Mateo y Lucas dejan de mencionar la ascendencia davídica de María.
Ellos, que manifestaban de buena gana que Jesús era el Mesías, Hijo de David, ¿por qué pasan por alto un argumento que les apoya claramente en esta cuestión? ¿Les convendría poner en relieve el linaje davídico de la Virgen para resaltar la mesianidad de Jesús y el carácter virginal de su concepción? Pero no lo hicieron. ¿Por qué?
¿Acaso era la ley de matrimonio endogámico tan evidente como para que no vieran necesidad de mencionar la tribu de la esposa, una vez mencionada ya la de su marido? No está claro. Por otro lado, en el libro del Éxodo podemos leer que Aarón mismo había tomado por esposa a una mujer de la tribu de Judá ¡cuyo nombre era precisamente Isabel! (Ex 6,23). Los matrimonios exógamos eran igualmente posibles y sin duda alguna frecuentes en la sociedad judía del siglo primero, si bien en el contexto de ciertas tribus era una práctica en gran medida debilitada.
Ahora bien, María es también probablemente hija del linaje de Aarón, puesto que Isabel, “descendiente de Aarón” (Lc 1,5) es llamada también su “pariente” (Lc 1,36) en el Evangelio de Lucas.
San Efrén (+373) no dudaba en afirmar: “Las palabras del ángel a María: “Isabel, tu pariente”, presentan a María como perteneciente a la casa de Leví” (Comentario al Diatessaron n.º 25).
San Gregorio Nacianceno piensa de forma idéntica: “Podría usted preguntarse: ¿cómo desciende Cristo de David? María es evidentemente de la familia de Aarón, puesto que el ángel dice que es prima de Isabel. Hay que ver aquí el efecto del plan providencial de Dios, que ha querido unir la sangre real a la raza sacerdotal con el fin de que Jesucristo, que es a la vez sacerdote y rey, tuviera también como antepasados carnales a sacerdotes y reyes” (San Gregorio Nianceno: Poema dogmático 18, sección 1, cap. 18 vv38-39).
La solución más acorde a las Escrituras y a la Tradición sería pues que María desciende de dos linajes, tal vez de David por su padre, Joaquín, y de Aarón por su madre, Ana.
¿No deberíamos entonces considerar que María es también, al menos en parte, de la tribu de Leví?
Es así como ven a la Madre de Dios la liturgia copta y otros místicos, como Maria Valtorta: “heredera por Joaquín de David y por Ana de Aarón” (El Evangelio como me ha sido revelado, tomo 1 n.º 20).
En este caso, Jesús mismo sería de ascendencia real y sacerdotal por parte de madre. Uniría en su persona los dos linajes del destino mesiánico: real y sacerdotal. Él es a la vez tanto Rey como Padre.
Esta doble ascendencia reúne una tradición judía relativa al Mesías como descendiente de David y de Aarón.
Esta tradición está presente en especial en los Manuscritos del Qumrán, en el que se recoge que en otro tiempo se esperaba no un mesías, sino dos: el Mesías real debía venir por vez primera como un descendiente de David y como jefe de guerra escatológica que asegurara la paz para Israel derrotando a los enemigos de Dios; una vez cumplida la misión pacificadora, este Mesías Real desaparecería y dejaría paso al Mesías sacerdotal, hijo de Aarón, portador último de la supremacía. El profeta Zacarías habla de dos ungidos, de dos Mesías de pie delante del Señor (Za 4,14; cf Jr 33,18), dando así testimonio de esta doble línea mesiánica.
Ciertos escritos judíos, para fundir estas dos líneas mesiánicas, afirman que el único Mesías sería a la vez Rey y Sacerdote, a la vez de la tribu de Judá de la de Leví. Éste sería el caso «carnal» de Jesús, si consideramos la hipótesis de la doble ascendencia davídica y levítica para María.
Jesús cumple con la doble figura de vástago de la raíz de Isaí (Is 11,1) y de la rama floreciente de Aarón (Nm 17, 23), por ser tanto de la tribu de Judá como de la tribu de Leví.

No hay comentarios:

Publicar un comentario