17 años después recordamos algunas anécdotas de ese momento... ¿Cómo lo celebró? ¿Cómo fue vestido para la ocasión?
El 21 de febrero de 2001 se realizó el consistorio en el que el entonces monseñor Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, fue creado cardenal por el papa Juan Pablo II.Desde ese momento, la opinión pública empezó a preguntarse quien era ese ‘cardenal venido desde lejos y que no ama el trato principesco’ designado a los cardenales de la época.El poeta y sacerdote Juan de la Cruz decía en el mil quinientos: “El alma que está enamorada de Dios es un alma gentil, humilde y paciente”. Idiosincrasia que se esperaría de todos los pastores de la Iglesia.
“Mi gente es pobre y yo soy uno de ellos”, ha dicho más de una vez para explicar la opción de vivir en un apartamento y de prepararse la cena él mismo” se lee en la biografía oficial en la página web del Vaticano.
Antes del consistorio de su creación como purpurado, el futuro Papa era más conocido en el ámbito latinoamericano, pero ahora la birreta lo ponía bajo observación mundial como papable. De hecho, en el año 2005 quedó segundo después de Joseph Ratzinger en la sucesión de Pedro.
Para el Consistorio de febrero de 2001, Bergoglio no quiso ser acompañado por nadie desde Buenos Aíres e invitó a sus amigos a que el dinero que se gastarían en el ticket de avión lo donarán a los pobres o a obras de caridad. Después del cónclave de 2013 hizo lo mismo.
Esquivo y conciso, el jesuita no concedió entrevistas por doquier. Comentando la noticia de su inminente creación dijo: “Ser cardenales significa una mayor cercanía al Papa y a un servicio a la Iglesia Universal. Estoy absolutamente seguro que se trata de una atención especial y un afecto particular del Papa hacía la sede de Buenos Aíres”.
En la única entrevista concedida antes de ser cardenal a Elisabetta Piqué Corresponsal en Italia de La Nación, Bergoglio cuenta como estaba viviendo esa espera.
“Yo lo vivo religiosamente. Es decir, rezo, hablo con el Señor, pido por la diócesis, y no lo vivo como haber llegado a algo. Según los criterios del Evangelio, cada ascenso entraña un descenso: hay que descender para servir mejor. Y quiero tomar esto con ese espíritu de servicio”, reveló.
Otro detalle que llamó la atención fue que el cardenal Bergoglio no compró vestido nuevo para tan prestigioso momento. Como buen religioso, atento al voto de pobreza, mandó a arreglar el de su antecesor, Antonio Quarracino, muerto en 1998. Por lo demás, se dice que aún hoy usa la misma mitra desde su ordenación como sacerdote.
La tradición dice que después del Consistorio, todo nuevo cardenal tenga encuentros con familiares, amigos y fieles. Tras la ceremonia, el cardenal Bergoglio recibió efusivamente y con atención particular a cada persona, sin contar quién fuera, era suficiente estar allí como fiel. No aceptó ninguna fiesta u homenaje, ni siquiera cuando regresó a Buenos Aires. Austeridad total.
En ese consistorio también se marcó otro hito. El Papa Juan Pablo II creó 42 cardenales, un número jamás visto en la historia de la Iglesia, sumando al colegio de purpurados 11 electores de América Latina y nombres internacionales como Kasper (Alemania), Rodríguez Maradiaga (Honduras), Hummes (Brasil), Mejía (Argentina), Re (Italia), entre otros.
Como menciona Il Sismografo, Papa Wojtyla había hecho el anuncio de los nombres de los futuros cardenales en dos ocasiones: en el Ángelus del 21 de enero, y luego, una semana después en el Ángelus del 28 de enero. En 9 consistorios, el futuro santo creó 231 cardenales de 69 diversos países y el del 2001 fue el penúltimo consistorio en el que dio la birreta a monseñor Bergoglio.
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