Si Tú, oh Señor, siendo el Rey de reyes, lavaste los pies a tus discípulos, yo debo también debo imitarte en obras y pensamientos
El Jueves Santo es el primero de los tres días catalogados como Triduo Pascual en el que se conmemora la Santa Cena de Jesucristo con sus Apóstoles, la Institución de la Eeucaristía y el Sacerdocio.
Igualmente, el Evangelio pone de manifiesto en este día, el acto del Lavatorio de Pies, en el cual el Señor nos enseña que si realmente deseamos amar a nuestro prójimo debemos ser capaces de servir.
En la misa del Jueves Santo, el sacerdote que preside lava los pies de 12 feligreses para simbolizar el número de los apóstoles de Jesús. La ceremonia se suele celebrar por la noche, después del atardecer.
El Evangelio de San Juan es el único que describe este noble acto de Jesús.
"Pues si yo que soy el Maestro y el Señor les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan" (Juan 13,14-15)
Recordando un poco, nuestro vicario y pastor Papa Francisco en el 2016, lavó los pies de los jóvenes refugiados en un asilo al norte de Roma. En el 2015, lavó los pies de los presos en una prisión en Roma. En 2014, realizó el simbólico lavado de ancianos y discapacitados en un centro de Roma.
En su primer Jueves Santo como Papa, fue a una prisión donde lavó los pies de los presos en un centro de detención juvenil y en este año 2017, lavará los pies de los reclusos en la prisión de Paliano, al sur de Roma.
Con este ejemplo de servicio de nuestro amado Papa Francisco, imitando a Nuestro Señor Jesucristro, nosotros también estamos invitados a hacer del servicio nuestro estilo de vida, a atender al necesitado, a dar refugio al inmigrante, a aliviar a los enfermos, alimentar al hambirento, vestir al desnudo, etc.
Oración para el Jueves Santo
Señor, quiero que mi relación contigo sea más intensa cada día. Te alabo desde lo profundo de mi corazón porque has decidido quedarte con nosotros y acompañarnos hasta el fin de los tiempos.
Has decidido alimentarnos con tu propio cuerpo a través de la Sagrada Eucaristía y aunque nuestros engañosos sentidos humanos solo vean un trozo de pan, allí estás Tú, esperando que nos hagamos uno contigo
Ayúdame a entender que para seguir tu proyecto de vida debo amar y ser servidor de los demás, pues si Tú, siendo el Rey de reyes, lavaste los pies a tus discípulos, yo debo también debo imitarte en obras y pensamientos
Así como Tú has sanado mis heridas, sé mi fuente de poder para poder hacer lo mismo con aquellos que no han salido de su dolor, escucharlos, atenderlos y sobre todo, acercarlos a tu amor.
Con el ejemplo que me has dado me enseñas a vivir en el amor y a salir de ese camino egoísta que la sociedad hoy propone: "la superación personal sin importar a quien dejo atrás en el camino".
Dame, Señor mío, conciencia para crecer y ser cada día mejor, que tu alimento divino sea la fuente que me impulse y me proyecte a hacerlo todo bien sembrando esperanzas a mi paso
Te doy gracias por todas las bendiciones que hoy me darás. Ayúdame a esforzarme sin desánimo y a ser la mejor versión de mí mismo.
Te amo, confío en tu poder transformante que consuela y renueva el espíritu victorioso en cada uno de nosotros a través de la Eucaristía.
Amén.
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