Santa Catalina era constantemente tentada por el demonio que la llenaba de dudas, ¿cómo venció?
Santa Catalina de Bolonia, perteneció a una familia noble, fue dama de honor de la princesa Margarita de Este. En la corte y desde muy niña recibió una rica formación en arte y cultura. Eran muy notables sus tendencias naturales a la vida de piedad, oración, y su gran compasión generosa hacia los pobres. Catalina ganó la simpatía de todos por sus dotes físicas y espirituales, sin embargo en ella, cada día iba creciendo más y más el deseo de consagrarse al Señor.Tenía catorce años cuando decide dejar la corte y debido a los acontecimientos no previstos dentro de su familia, como la muerte de su padre, ella queda sola con una gran fortuna; y aunque si tenía muchos pretendientes, sentía que no había nacido para esa vida.
Por un tiempo se unió a un grupo de mujeres piadosas orientadas a la espiritualidad agustiniana, así pudo profundizar en su fe y camino de oración. Que no le fue nada fácil, porque era constantemente tentada por el demonio que la llenaba de dudas y sufrimientos en cuanto a su vocación, pero en realidad esta pruebas al final robustecieron su espíritu e iluminaron su mente para discernir lo que proviene del espíritu de Dios y lo que son insidias del demonio en las almas. De allí surge sus escritos biográficos, ya como clarisa, llamados: “Las siete armas espirituales”.
Benedicto XVI en una de sus ilustres catequesis sobre los santos, nos cuenta detalladamente la vida de santa Catalina y resume brevemente el tratado de “Las siete armas espirituales”:
- Tener cuidado y solicitud en obrar siempre el bien.
- Creer que nosotros solos nunca podremos hacer algo verdaderamente bueno.
- Confiar en Dios y, por amor a Él, no temer nunca la batalla contra el mal, tanto en el mundo como en nosotros mismos.
- Meditar a menudo los hechos y las palabras de la vida de Jesús, sobre todo su pasión y muerte.
- Recordar que debemos morir.
- Tener fija en la mente la memoria de los bienes del Paraíso
- Tener familiaridad con la Santa Escritura, llevándola siempre en el corazón para que oriente todos nuestros pensamientos y acciones.
“¡Un buen programa de vida espiritual, también hoy, para cada uno de nosotros!”
Fuente: Benedicto XVI, Audiencia General, Miércoles 29 de diciembre de 2010; Santopedia; preghiereagesuemaria.it
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