Cierro mis ojos cada mañana y le pido a María que me ayude a imitarla más en el servicio
Muchos somos los que estamos enamorados de nuestra Madre María, nuestra amada Madre de Dios que atiende a todos los hijos que acuden siempre a ella buscando su auxilio maternal, en la búsqueda del amor de Dios…
¡Sí!, a María la amo con un inmenso cariño, la busco siempre en las mañanas al despertar, camino despacio a mi sala donde observo su imagen tallada en una pequeña escultura de piedra que tenemos mi esposa y yo (Virgen del Carmen), y allí solo la miro, la saludo, le doy los buenos días.
Cierro mis ojos y le pido que me ayude a imitarla en el servicio, que me ayude a amar más a Jesús y que me vea como su hijito amado (lo siento, no es que sea egoísta, pero sueño con serlo).
Hay un pasaje en las escrituras que se ha quedado fijado en mi corazón que me ha llevado a amarla más y más y a querer imitarla. Es el siguiente:
“…Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt 12,50).
Hay algunos que malinterpretan este pasaje bíblico como si Jesús estuviese despreciando a su Madre, pero es totalmente lo contrario, la está ¡ENGRANDECIENDO!… Jesús invita a todos a hacer la voluntad del Padre, y quien haga la voluntad del Padre se transformará en su hermano y en su Madre… Tremendo halago el de Jesús a su Madre. Como ya lo sabemos, María supo siempre aceptar y hacer la voluntad del Padre
Aquí Jesús nos está diciendo, que quien quiera imitarlo, deberá aprender a imitar a María, quien fue su primera discípula fiel y permaneció siempre firme en las buenas y en las malas.
¿Por qué no pedir ser como ella? San Pablo nos dijo: “sean imitadores míos, como yo lo soy de Cristo” (1 Cor 11,1) Así entonces yo quiero ser imitador de María, como lo es ella de Cristo
A partir de este texto, les regalo esta oración para pedir la imitación de María y ser transformados en su amor por Jesús.
Oración para aprender a imitar a María
Señor mío, gracias por darme la oportunidad de contarme entre los tuyos. Tu Palabra es mi guía, mi apoyo en los momentos difíciles y mi brújula para llegar al Cielo.
No puedo nunca ignorarla, sea cual fuese el rumbo que tome y los caminos por los que transite, porque si así lo hiciese, sería un cristiano incoherente, uno de esos que dice conocer tu palabra, pero a escondidas hago otra cosa. ¡No puedo ser así!
Ayúdame a perseverar en mi vida de oración y mantenerme firme entre lo que digo y lo que hago. Sólo Tú puedes darme la suficiente fuerza para sostenerme y animarme a salir adelante en los momentos de quiebre, de debilidad, de frustración.
Quiero creer en Ti, hacer lo que tu Palabra me indica, demostrarte con mis obras que te amo, que amo a los míos, a mis semejantes.
¿Cómo podré decir que pertenezco a tu familia si no practico lo que me dices?… Señor mío, límpiame esos oídos, sobre todo los oídos del alma para tenerlos siempre abiertos a escuchar tu voz y obrar según lo que Tú me pides.
Te doy gracias Jesús, por haberme dejado a tu Madre, ella es mi compañera fiel, mi compañera de caminos, mi estrella de la mañana, mi linterna luminosa que nunca se apaga. Ella es la más grande de tus discípulos porque en todo momento hizo la voluntad de Dios en su vida.
Jesús, Tú dejaste por sentado que quien practica tu Palabra se convierte en una María, se convierte en uno de tus discípulos, y comenzamos a ser parte de tu familia. ¡Qué bello esto Jesús!
Si obro como me pides soy como tu Madre o como tus hermanos. Espero que yo, a fiel ejemplo de María, pueda imitarte también en todas tus virtudes, amarte, contemplarte y ser uno de los que trabajan para tu reino.
A ella acudiré siempre para que me consuele en las dificultades y me ayude a alcanzar una verdadera imitación de tu vida, de tu amor y de tu compasión.
Me gusta orarle a María, a tu Santa Madre, ella me enseña con su manera de vivir, a ser dócil a tu Palabra, a tomarla en serio, y a dejarse guiar por ella; pero también, Ella se presenta como una servidora, como tu esclava que sale a ayudar a su prima Isabel, cuando esta la necesitaba.
Así quiero ser yo, mi Señor y mi Dios, quiero ser uno que es dócil a tu Palabra y que sale de sí mismo, de sus egoísmos, a servir a los hermanos que tanto necesitan de Ti.
Gracias Señor, por darme la oportunidad de ver a María y de aprender de ella, gracias por su amor de Madre y por todas las bendiciones que a través de ella, nos has dado a nosotros lo que la amamos y la descubrimos como modelo de discípulo que Tú nos has llamado a tener.
Confío en tu compañía y en la de ella, confío en tu Bendición, gracias por todo lo bueno que me das, por ayudarme a ser cada día un mejor ser humano. Como María, también a Ti te digo hoy: “Hágase en mí según tu Palabra”. Amén
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