NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA DULCE ESPERA
Oraciones para cada día.
1. Señal de la cruz
En el nombre de Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre de Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
2. Para arrepentirse de los pecados
Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia,
Ni retires de mí tu Santo Espíritu.
(Salmo 51, 3.12)
3. Jaculatoria
Nuestra Señora de la Dulce Espera,
Ruega por nosotros.
4. Seguir la reflexión propia de cada día
Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia,
Ni retires de mí tu Santo Espíritu.
(Salmo 51, 3.12)
3. Jaculatoria
Nuestra Señora de la Dulce Espera,
Ruega por nosotros.
4. Seguir la reflexión propia de cada día
DÍA PRIMERO
El Señor nos regala la vida
Compartimos la Palabra
“El Ángel entró en su casa y la saludó diciendo: ‘¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo’. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: ‘No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús’. María dijo entonces: ‘Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho’”. (Lc. 1, 28-31.38)
Reflexionamos
María, por su fe, pronunció estas palabras. Y así, a través de ella, la Vida vino a nosotros. Ella, plenamente mujer, se confió a Dios sin reservas, se mostró completamente dispuesta a la acción del Espíritu Santo y en esta respuesta se entregó para cooperar con la Gracia de Dios
Oramos
Al comenzar este primer día de la novena, te expresamos Madre, nuestro amor. Venimos con confianza a pedirte por nuestras necesidades, haz que te imitemos en tu Sí a Dios.
Comprende nuestro pedido, atiéndelo.
A cada intención respondemos: Por María, nuestra madre, te lo pedimos Señor.
-Por todos los padres y madres que esperan un hijo.
-Por todas las familias de nuestro país.
-Por la intención con que rezamos esta Novena.
Una de las cosas más importantes que vino a hacer Jesús en la tierra es enseñarnos que Dios es nuestro Padre. Con esa confianza le decimos:
Padrenuestro (Ave María, Gloria).
Que el Señor bendiga nuestra familia y la llene de gracia.
El Señor nos regala la vida
Compartimos la Palabra
“El Ángel entró en su casa y la saludó diciendo: ‘¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo’. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: ‘No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús’. María dijo entonces: ‘Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho’”. (Lc. 1, 28-31.38)
Reflexionamos
María, por su fe, pronunció estas palabras. Y así, a través de ella, la Vida vino a nosotros. Ella, plenamente mujer, se confió a Dios sin reservas, se mostró completamente dispuesta a la acción del Espíritu Santo y en esta respuesta se entregó para cooperar con la Gracia de Dios
Oramos
Al comenzar este primer día de la novena, te expresamos Madre, nuestro amor. Venimos con confianza a pedirte por nuestras necesidades, haz que te imitemos en tu Sí a Dios.
Comprende nuestro pedido, atiéndelo.
A cada intención respondemos: Por María, nuestra madre, te lo pedimos Señor.
-Por todos los padres y madres que esperan un hijo.
-Por todas las familias de nuestro país.
-Por la intención con que rezamos esta Novena.
Una de las cosas más importantes que vino a hacer Jesús en la tierra es enseñarnos que Dios es nuestro Padre. Con esa confianza le decimos:
Padrenuestro (Ave María, Gloria).
Que el Señor bendiga nuestra familia y la llene de gracia.
DÍA SEGUNDO
El Señor nos invita a ponernos al servicio de la vida
Compartimos la Palabra
“En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: ‘¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá todo lo que te fue anunciado de parte del Señor’”. (Lc. 1, 39-45)
Reflexionamos
Las palabras de Isabel – "Feliz de ti por haber creído" – se aplican no sólo a aquel momento concreto de la Anunciación, sino a toda la vida de María. En su peregrinar hacia Dios, María recorrió un camino de fe que transitó toda su vida. Y lo hizo de modo heroico. En su obediencia de fe, ella se abandonó a Dios y, esperando contra toda esperanza, creyó cada día, en medio de las pruebas y contrariedades.
Oramos
María, Madre de Jesús y Madre nuestra, intercede ante tu Hijo y enséñanos a amar y servir a los demás. Que, siguiendo tu ejemplo de disponibilidad, sepamos aceptar la vida como el don gratuito que Dios nos ha dado. Que podamos recorrer con fe y esperanza los caminos que nos llevan a cumplir la voluntad del Padre.
A cada intención respondemos: Por María, nuestra madre, te lo pedimos Señor.
-Por los que desean recibir la gracia de un hijo.
El Señor nos invita a ponernos al servicio de la vida
Compartimos la Palabra
“En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: ‘¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá todo lo que te fue anunciado de parte del Señor’”. (Lc. 1, 39-45)
Reflexionamos
Las palabras de Isabel – "Feliz de ti por haber creído" – se aplican no sólo a aquel momento concreto de la Anunciación, sino a toda la vida de María. En su peregrinar hacia Dios, María recorrió un camino de fe que transitó toda su vida. Y lo hizo de modo heroico. En su obediencia de fe, ella se abandonó a Dios y, esperando contra toda esperanza, creyó cada día, en medio de las pruebas y contrariedades.
Oramos
María, Madre de Jesús y Madre nuestra, intercede ante tu Hijo y enséñanos a amar y servir a los demás. Que, siguiendo tu ejemplo de disponibilidad, sepamos aceptar la vida como el don gratuito que Dios nos ha dado. Que podamos recorrer con fe y esperanza los caminos que nos llevan a cumplir la voluntad del Padre.
A cada intención respondemos: Por María, nuestra madre, te lo pedimos Señor.
-Por los que desean recibir la gracia de un hijo.
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