A la hora del Regina Coeli del VI domingo de Pascua, Francisco centró su reflexión en la "misión" del Espíritu Santo, que “sostiene y consuela”, y nos recuerda las enseñanzas de Jesús
María Cecilia Mutual - Ciudad del Vaticano
“El Señor hoy nos invita a abrir nuestros corazones al don del Espíritu Santo”, que enseña “la lógica del Evangelio, la lógica del amor acogedor”, y nos recuerda “todo lo que el Señor nos ha dicho": fue este el recordatorio del Papa Francisco a la hora del Regina Coeli en este sexto domingo de Pascua.
Ante los fieles, romanos y peregrinos, congregados en la Plaza de San Pedro, el Papa centró su reflexión, como de costumbre, en el Evangelio hodierno, que relata las palabras de Jesús a sus apóstoles con ocasión de la Última Cena.
El Pontífice relata que ante la inminencia de su muerte, Jesús alienta a sus discípulos diciéndoles que “no se quedarán solos”, sino que con ellos estará siempre el Espíritu Santo, el “Paráclito”, que “está al lado, para sostener y consolar”, como indica su nombre en griego.
La misión del Espíritu Santo
El Santo Padre recuerda entonces cuál es la “misión” del Espíritu Santo y dice:
Francisco puntualiza que “precisamenta ésta es también la ‘misión de la Iglesia’, llevada a cabo a través de un estilo de vida preciso, caracterizado por ciertas exigencias: la fe en el Señor y la observancia de su Palabra; la docilidad a la acción del Espíritu, que hace vivo y presente continuamente al Señor resucitado; la acogida de su paz y el testimonio de ella con actitud de apertura y de encuentro con los demás”.
Iglesia, comunidad en camino
El Papa habla a continuación de las condiciones necesarias para realizar esta tarea: “la Iglesia no puede permanecer estática” - asegura - sino que “está llamada a actuar como una comunidad en camino, animada y sostenida por la luz y la fuerza del Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas.
De esta manera, prosigue el Santo Padre, “es el Espíritu de Dios quien nos guía y guía a la Iglesia, para que resplandezca el auténtico rostro de la Iglesia, bello y luminoso, querido por Cristo”.
Corazones abiertos al Espíritu del Señor
En la conclusión, la invitación del Obispo de Roma a abrir nuestros corazones al Espíritu Santo para que nos “guíe en los caminos de la historia”. Y la invocación a la Virgen María, “humilde y valiente” colaboradora del Espíritu Santo en la Encarnación del Hijo de Dios, “para que nos ayude también a dejarnos instruir y guiar por el Paráclito, y poder así “acoger la Palabra de Dios y dar testimonio de ella con nuestra vida”.
Saludos y bendiciones
Al finalizar la oración mariana, Francisco saludó como de costumbre, a los peregrinos romanos y de otras partes del mundo que llegaron, nos obstante la lluvia primaveral, a la plaza de San Pedro, para rezar junto a él a la Madre de Dios. El Papa saludó a los confirmandos de Génova, con los que se encontró ayer delante de la Casa Santa Marta y bendijo también a los peregrinos polacos que participan en la gran peregrinación al Santuario Mariano de Piekari Slaskie. Recordando que hoy se celebra la "Jornada del Alivio" en Italia, el Papa dirigió un pensamiento especial a todos los reunidos en el Policlínico Gemelli para promover "iniciativas de fraternidad con los enfermos".
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