La vida de San José, el padre adoptivo de Jesús es un enigma para muchos de nosotros, solo se menciona unas cuantas veces en los evangelios, pero la mayoría de eruditos bíblicos creen que José falleció antes de la crucifixión de Jesús, pues en ese momento no estaba presente.
Muchas tradiciones mantienen que José murió en brazos de Jesús y María, por lo cual la Iglesia proclamó a José el santo patrón de una “muerte feliz”, existe una representación conmovedora de esto que pertenece a los escritos de la Venerable Madre María de Ágreda, escribió acerca del episodio en Mística Ciudad de Dios y se encuentra registrado como una revelación privada.
En una profunda reverencia, José deseó postrarse ante Cristo, pero Jesús se acercó y lo recibió en sus brazos, reclinando su cabeza hacia él, José mencionó: “Mi altísimo Señor y Dios, Hijo del eterno Padre, Creador y Redentor del Mundo, dad vuestra bendición a vuestros siervos y el trabajo de sus manos. Oh Misericordioso, perdona los errores que he cometido en vuestro servicio y relación. Le alabo y magnifico y lo represento eterno y comprensivo. Gracias por haberme elegido, con condescendencia inexpresable, para ser el esposo de la verdadera Madre, que sea su grandeza y gloria mi acción de gracias para toda la eternidad”.
Jesús le contestó a José “Padre mío, descanse en paz en la gracia de mi eterno Padre y Mía, y para los profetas y santos que lo esperan en el limbo, lléveles las felices nuevas de la llegada de su redención”. Después de estas palabras, el afortunado San José falleció y el propio Señor le cerró sus ojos.
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