lunes, 11 de noviembre de 2019

El PURGATORIO EN LOS PADRES DE LA IGLESIA





El PURGATORIO EN LOS PADRES DE LA IGLESIA


Muchos enemigos de la Iglesia dicen que el dogma del purgatorio fue inventado por San Gregorio Magno y otros dicen que fue en el Concilio de Florencia (1439). ¿Pero realmente es así?

Lo que ocurre es que en el <Dial 4,39.57; Ep 2321> san Gregorio Magno demuestra la existencia del fuego purificador con Mt 12,32 como base: "A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero" [cf Altaner, Patrologia (Asís 1997) p 503]. El error del mito es que como san Gregorio muestra esta realidad, se le acusa de inventarla. Como es lógico, la base no es Gregorio, sino la misma Escritura.

Por lo tanto, sería bueno que los autores de esta mitología se aclararan sobre la fecha de la proclamación del dogma., ya que el II concilio de Lyón (1274) afirma que los que murieron en la caridad de Dios "con verdadero arrepentimiento de sus pecados, antes de haber satisfecho por ellos con verdaderos frutos de penitencia», son purificados después de la muerte con «penas purgatorias». Dicho concilio afirma también la validez de los sufragios (Profesión de fe de Miguel Paleólogo: DS 856). En cuanto al concilio de Florencia (1439) lo que este concilio hace es recoger los mismos principios en el Decreto para los griegos (DS 1304). El concilio de Trento (1536) confirmará la doctrina sobre el purgatorio (DS 1820) contra los reformadores, sobre todo Lutero, que excluía toda posibilidad de purificación personal, basándose en que con ello se negaba la eficacia universal expiatoria de la muerte de Cristo. Por lo tanto, nos encontramos ante una tradición protestante más.

No ha de olvidarse que el dato más importante de los primeros siglos (I - IV) es la práctica de los sufragios, como se deduce de las inscripciones funerarias, las actas de los mártires, etc. de la Iglesia antigua.

Ahora, ¿Que hay de los Padres de la Iglesia?

Dice la Enciclopedia Católica:

"Los padres en general son claros en su afirmación de la existencia del purgatorio. Esto no es negar que se necesitaba algún tiempo para formular una idea clara y definitiva de la purificación que tendría lugar en el otro mundo… Una cosa si era segura: la Iglesia primitiva nunca aceptó la idea de que en todos y cada instancia la bienaventuranza eterna de los justos se iniciaba inmediatamente después de la muerte.... Además, se ofrecían oraciones y buenas obras por las almas que habían partido como práctica común. No cabe duda pues que la creencia generalizada de la Iglesia primitiva, como lo demuestran muchos de los Padres (ver Tertuliano, Orígenes, Cipriano, Efrén, Ambrosio, Agustín, Crisóstomo, Cesáreo de Arles, y Gregorio Magno) y como lo demuestra la liturgia, exigía la existencia de un estado después de la muerte en el que las almas de los justos serían totalmente purificadas de cualquier restos de pecado antes de entrar en el cielo." (Volumen 11, página 1035-6).

Pablo y Tecla.
“Y después de la exhibición, Tryfaena nuevamente la recibe. Su hija Falconilla había muerto, y dijo a ella en sueños: Madre, tú deberías tener esta extranjera Tecla en mi lugar, para que ore por mí, y yo pueda ser transferida a el lugar de los justos.” (Hechos de Pablo y Tecla)
Comentario: Aquí vemos a cristianos del segundo siglo creyendo en la existencia del mas allá que no es ni el Cielo ni el Infierno. La difunta Falconilla revela a su madre que las oraciones hechas a su favor pueden asistirla a que ella sea transferida al lugar de los justos.

Abercio.
“El ciudadano de una prominente ciudad, la que erigí mientras vivía, para que pudiera tener un lugar de descanso para mi cuerpo. Abercio es mi nombre, un discípulo del pastor casto que alimenta sus ovejas en las montañas y los campos, cuyos grandes ojos los vigilan todo, que me enseñó los fieles escritos de la vida. Estando listo, yo, Abercio, ordené que esto fuera escrito, en mi septuagésimo segundo año. Que cada uno que esté de acuerdo con esto y quien lo entienda ore por Abercio.” (Inscripción de Abercio).
Comentario: Este es otro ejemplo de los cristianos del segundo siglo de cómo los estos cristianos primitivos deseaban que se orara por su alma después de haber muerto. Todos estos cristianos de la Iglesia primitiva creían que sus oraciones podrían ayudar a sus seres queridos en su transito hacia la ciudad del Cielo.

Perpetua y Felicitas.
“Sin ninguna demora, en esa misma noche, esto se me mostró en una visión. Yo vi a Dinocrate saliendo de un lugar sombrío, donde estaban también otras personas, y él estaba reseco y muy sediento, con una apariencia sucia y pálida, con la herida de su rostro que tenía cuando había muerto. Dinocrate había sido mi hermano en la carne, hace siete años, quien murió de una terrible enfermedad…Pero yo confié que mi oración había ayudado a su sufrimiento, y oré por él cada día hasta que nosotros pasamos al campo de prisioneros…hice mi oración por mi hermano día y noche, gimiendo y lamentando para que me fuera concedido. Entonces, un día, estando todavía prisioneros esto se me mostró. Vi que el lugar que había observado previamente sombrío estaba ahora iluminado, y Dinocrate, con un cuerpo limpio y bien vestido, estaba buscando algo para refrescarse. Y donde había estado la herida, yo vi una cicatriz; y esa piscina que había visto antes, vi sus niveles descendidos hasta el ombligo del muchacho. Y uno extraía agua de la tina incesantemente, y cerca de la orilla había una copa llena de agua; y Dinocrate se acerco y empezó a beber de ella, y la copa no falló. Y cuando él estaba satisfecho, se fue del agua a jugar felizmente, como lo hacen los niños y entonces desperté. Entonces entendí que habia sido trasladado del lugar del castigo.” (La pasión de Perpetua y Felicitas, 2:3-4).
Comentario: En esta visión, Perpetua ve a su difunto hermano Dinocrates sufriendo en un lugar en el mas allá. Perapetua describe este lugar como un lugar de tormentos. Dinocrates estaba “reseco y muy sediento, con una apariencia sucia y pálida”. Perpetua parece aludir respecto al proceso de purificación de Dinocrates, cuando dice: “Vi que el lugar que había observado previamente sombrío estaba ahora iluminado, y Dinocrate, con un cuerpo limpio y bien vestido, estaba buscando algo para refrescarse”. Al final Perpetua revela que su hermano fue trasladado a otro lugar del lugar de castigo gracias en parte a sus oraciones constantes.

Clemente de Alejandría.
“El creyente a través de gran disciplina se despoja de sus pasiones y pasa a la mansión mejor que la anterior, pasa por el mayor de los tormentos tomando sobre sí el arrepentimiento de las faltas que pudiera haber cometido después de su bautismo. Es torturado entonces todavía más al ver que no ha logrado lo que otros ya han adquirido. Los mayores tormentos son asignados al creyente porque la Justicia de Dios es buena y su bondad es justa y estos castigos completan el curso de la expiación y purificación de cada uno.” (Stromata 6:14).
Comentario: San Clemente escribe respecto a los tormentos del Purgatorio de los que el describe como “torturado” al ver que no ha logrado lo que otros ya han adquirido o logrado, que es la “perfección en la santidad” que poseen los justos en el cielo. San Clemente es claro respecto a que estos sufrimientos son temporales y no eternos, puesto que cesan una vez que la expiación ha terminado, y después la persona pasa a una mansión mejor: el cielo.

Tertuliano.
"Nosotros ofrecemos sacrificios por los muertos en sus aniversarios de cumpleaños." (La Corona 3:3)
Comentario: Tertuliano reconoce la practica perenne de la Iglesia de los primeros siglos de ofrecer sacrificios (i.e., el sacrificio eucarístico de la Misa) por los difuntos.

“Una mujer, después de la muerte de su marido... ora por su alma y pide que a la espera, encuentre el descanso, y que pueda participar en la primera resurrección. Y cada año, en el aniversario de su muerte, ella ofrece el sacrificio en el aniversario de su dormición”. (La monogamia 10).

Comentario: De nuevo Tertuliano es muy claro en esta cita breve de que los cristianos de lo primeros siglos ofrecían oraciones y el sacrificio eucarístico de la Misa por sus fieles difuntos. No hay motivos para ofrecer oraciones y sacrificios eucarísticos por personas que se creían que estuvieran en el Infierno o en el Cielo, por lo que estas oraciones se ofrecían para personas que estaban en el Purgatorio.

Orígenes.
“Porque si sobre la base de Cristo, haz construido no sólo oro y plata sino piedras preciosas; sino también madera, caña o paja ¿qué es lo que esperas cuando el alma sea separada del cuerpo? ¿Entrarías al cielo con tu madera y caña y paja y de este modo manchar el reino de Dios? ¿O en razón de estos obstáculos podrías quedarte sin recibir premio por tu oro y plata y piedras preciosas? Ninguno de estos casos es justo. Queda entonces, que serás sometido al fuego que quemará los materiales livianos; para nuestro Dios, a aquellos que pueden comprender las cosas del cielo está llamado el fuego purificador. Pero este fuego no consume a la creatura, sino lo que ella ha construido, madera, caña o paja. Es manifiesto que el fuego destruye la madera de nuestras trasgresiones y luego nos devuelve con el premio de nuestras grandes obras.” (Homilías en Jeremías Pg. 13:445-448).
Comentario: Orígenes interpreta 1ª Cor 3:14-15 como una revelación del Purgatorio, y sostiene que el Purgatorio es necesario como forma de justicia. El compara la madera, caña y la paja como nuestras transgresiones, (pecados menores o veniales) que Dios purifica con su fuego purificador.

Carta a Diagoneto.
“Entonces, cuando hayas llegado a tener conocimiento de aquel fuego (del infierno), admirarás a los que por causa de la justicia soportan este fuego temporal, y los tendrás por bienaventurados…” (Cap 10).
Comentario: Al autor de la carta a Diagoneto claramente distingue entre lo que es el fuego eterno del Infierno, y el “fuego temporal” (fuego de la prueba) que seria el fuego purgatorial y temporal.

Cipriano de Cartago.
“Una cosa es pedir perdón, otra cosa alcanzar la gloria. Una cosa es estar prisionero sin poder salir hasta que haya sido pagado el último centavo y otra recibir al mismo tiempo el salario de la fe y el valor. Una cosa es ser torturado con el largo sufrimiento por los pecados, para ser limpiado y completamente purgado por el fuego, otra es haber sido purgado de todos los pecados por el sufrimiento. Una cosa es estar en suspenso hasta la sentencia de Dios en el Día del Juicio, otra ser coronado por el Señor.” (Para Antonianus. Epístola 51,20).
Comentario: Cipriano esta aludiendo al texto de Mateo 5:25-26 cuando hace referencia a estar prisionero sin poder salir de allí hasta pagar el ultimo céntimo. Hace un contraste entre ganar el cielo inmediatamente y el tener que pasar por el Purgatorio primero. También hace la diferencia entre tener que pasar por la purificación en esta vida y el tener que ser purificado después de muerto cuando dice: “Una cosa es ser torturado con el largo sufrimiento por los pecados, para ser limpiado y completamente purgado por el fuego, otra es haber sido purgado de todos los pecados por el sufrimiento”.

Lactancio.
“Pero también, cuando Dios juzgue a los justos, del mismo modo en el fuego los va a probar. Entonces aquellos cuyos pecados sean más superiores, ya sea por su gravedad o su número, serán reunidos por el fuego y serán quemados. Aquellos, sin embargo, que se han impregnado de plena justicia y la madurez de la virtud, no sentirán el fuego, porque ellos tienen algo de Dios en ellos que repelen y hacen retroceder la fuerza de la flama.” (Instituciones divinas,7,21).
Comentario: Lactancio nos dice que los justos que mueren, sus pecados son probados por el fuego. El hace notar también que aquellos que han alcanzado la perfección no son quemados por el fuego. Esto es consistente con 1ª Cor 3:15, el hombre debe pasar por fuego solo si ha construido con materiales defectuosos: madera, caña, o paja.

Cirilo de Jerusalén.
“Recordamos también a todos los que ya durmieron, en primer lugar, los patriarcas, los profetas, los apóstoles, los mártires, para que, por sus preces y su intercesión, Dios acoja nuestra oración. Después, también por los santos padres y obispos difuntos y, en general, por todos cuya vida transcurrió entre nosotros, creyendo que ello será de la mayor ayuda para aquellos por quienes se reza. Quiero aclararos esto con un ejemplo, puesto que a muchos les he oído decir: ¿de qué le sirve a un alma salir de este mundo con o sin pecados si después se hace mención de ella en la oración? Supongamos, por ejemplo, que un rey envía al destierro a quienes le han ofendido, pero después sus parientes, afligidos por la pena, le ofrecen una corona: ¿Acaso no se lo agradecerá con una rebaja de los castigos? Del mismo modo, también nosotros presentamos súplicas a Dios por los difuntos, aunque sean pecadores. Y no ofrecemos una corona, sino que ofrecemos a Cristo muerto por nuestros pecados, pretendiendo que el Dios misericordioso se compadezca y sea propicio tanto con ellos como con nosotros.” (Conferencia Catequética 23:9,10)
Comentario: Cirilo de Jerusalén nos dice que los cristianos de su época tenían presentes en sus oraciones a los patriarcas, los profetas, los apóstoles, los mártires, con el fin de que intercedieran por ellos. Cirilo nos informa que ellos presentaban suplicas a favor de los difuntos pese a que eran pecadores, esperando que por medio de sus suplicas Dios se compareciera de estas almas en el mas allá. Al parecer Cirilo hace referencia al sacrificio eucarístico, (la Misa) a favor de los difuntos cuando dice: “ofrecemos a Cristo muerto por nuestros pecados”.

Basilo el grande.
“Pienso que los valerosos atletas de Dios, los cuales durante toda su vida estuvieron frecuentemente en lucha contra enemigos invisibles, después de haber superado todos sus ataques al llegar al final de la vida serán examinados por el príncipe del siglo, a fin de que, si a consecuencia de las luchas, tienen algunas heridas o ciertas manchas o vestigios de pecado, sean detenidos; pero si son hallados ilesos e incontaminados, como invictos y libres hallen el descanso junto a Cristo.” (Homilías sobre los Salmos, 7,2: pag 29,23).
Comentario: Basilo nos dice que si la persona una vez que muere se encuentra en un estado en el que no ha purificado sus pecados y concupiscencias después del juicio personal son “detenidas”, lo que es una clara referencia a Mateo 5:25-26. Sin embargo, si la persona es encontrada si estos defectos en su alma entonces inmediatamente entran al Cielo.

San Efrén.
“Cuando se cumple el día trigésimo, [después de mi muerte], acordaos de mí, hermanos. Los difuntos, en efecto, reciben ayuda gracias a la ofrenda que hacen los vivientes[…] Si tal como está escrito, los hombres de Matatías encargados del culto para el ejército, con las ofrendas, expiaron las culpas de aquellos que habían perecido y eran impíos por sus costumbres, cuánto más los sacerdotes de Cristo con sus santas ofrendas y sus oraciones expiarán los pecados de los difuntos.” (Testamento, 72-28).
Comentario: San Efrén no puede ser mas explicito al decirnos que las oraciones por los difuntos son muy convenientes. Lo interesante también es que el y cita al libro de Macabeos como evidencia de que las oraciones de los vivos pueden ayudar a expiar los pecados de los difuntos.

Epifanio de Salamina.
“En cuanto a la recitación de los nombres de los difuntos, ¿qué puede haber que resulte más útil y que sea más oportuno y digno de alabanza, a fin de que los presentes se den cuenta de que los difuntos siguen viviendo y no han quedado reducidos a la nada, sino que siguen existiendo y viven junto al Señor, y así quede afianzada la esperanza de aquellos que rezan por sus hermanos difuntos considerándolos como si hubieran emigrado a otro país? Son útiles, en efecto, las preces que se hacen en su favor, aunque no puedan eliminar todas sus culpas.” (Panarion, 75, 8: Pag 42, 513).
Comentario: Esta cita de Epifanio de Salamina es muy clara al animarnos a orar por los difuntos, pues a diferencia de las sectas que no creen en la existencia del alma, Epifanio desmorona esta falsa doctrina al decirnos que los difuntos siguen existiendo y que no son reducidos a la nada.

Gregorio de Nisa.
“Si un hombre se distingue en sí mismo lo que es peculiarmente humano de lo que es irracional, y si él ha estado en la mira de una vida de mayor urbanidad para sí mismo, en la vida presente se purificará a sí mismo de cualquier mal contraído, superando lo irracional por la razón. Si se ha inclinado a la presión irracional de las pasiones, utilizando por las pasiones de la piel cooperante de cosas irracionales, es posible que después de una manera muy diferente este muy interesado en lo que es mejor, cuando, después de que salga de su cuerpo, obtiene el conocimiento de la diferencia entre la virtud y el vicio y descubre que no es capaz de participar de la divinidad hasta que se haya purgado del contagio sucio en su alma por el fuego purificador.” (Sermón sobre la muerte Pg. 13:445,448).
Comentario: Gregorio de Nisa enfatiza la lucha entre la carne y el espíritu, entre la pasión y la razón. Gregorio es claro que la macula del pecado debe ser purificada “por el fuego purificador” antes de poder entrar a la alegría del Cielo. El también hace notar que es preferible sufrir en esta vida con el fin de superar estas debilidades de la carne que ir a purgar todo esto al final de nuestra vida en el mas allá.

San Ambrosio de Milán.
"Dale Señor el descanso a tu siervo Teodosio, ese descanso que Tú has preparado para tus santos… Yo lo amo, y por lo mismo también lo seguiré a la tierra de los vivientes, no lo voy a dejar hasta que por mis oraciones y lamentaciones sea admitido al monte santo del Señor…" (De Obit Theodosii Pl. 16:1397).
Comentario: San Ambrosio llama a su amigo Teodocio un “siervo del Señor”, sin embargo San Ambrosio cree que su amigo no ha llegado al cielo aun, por lo que el se propone orar hasta que su amigo difunto sea admitido en el cielo.

Juan Crisóstomo.
“Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre, ¿por qué deberíamos dudar que cuando nosotros también ofrecemos por los que han partido, algún consuelo reciben?. Desde que Dios acostumbra conceder las peticiones de aquellos que piden por los demás… No nos cansemos de ayudar a los difuntos, ofreciendo en su nombre y orando por ellos.” (Homilías sobre la Carta a los Filipenses, 3, 4: Pag 62, 203).
Sin comentarios.

San Agustín.
“Por tanto, las pompas fúnebres, los cortejos funerarios, la suntuosa diligencia frente a la sepultura, la lujosa construcción de los mausoleos significan un cierto consuelo para los vivos, nunca una ayuda para los muertos. En cambio, no se puede dudar de que se les ayuda con las oraciones de la santa Iglesia, con el sacrificio salvador y con las limosnas que se otorgan en favor de sus almas, para que el Señor los trate con más misericordia que la merecida por sus pecados.
Esta costumbre, transmitida por los padres, la observa la Iglesia entera por aquellos que murieron en la comunión del cuerpo y sangre de Cristo y de modo que, al mencionar sus nombres en el momento oportuno del sacrificio eucarístico, ora y recuerda también que se ofrece por ellos. Si estas obras de misericordia se celebran como recomendación por ellos, ¿quién dudará de que han de serles útiles a aquellos por quienes se presentan súplicas ante Dios en ningún modo inútiles?
No ha de quedar la menor duda de que todas esas cosas son de provecho para los difuntos, pero sólo para quienes vivieron antes de su muerte de forma tal que puedan serles útiles después de ella. Pues quienes emigraron de sus cuerpos sin la fe que actúa por la caridad y sin los sacramentos de esa fe, en vano cumplen los suyos con los deberes de la piedad, de cuya prenda carecieron mientras vivían aquí, o porque no recibieron o recibieron en vano la gracia de Dios5 y atesoraron para sí su ira y no su misericordia. Cuando los suyos realizan alguna acción buena por ellos, no por eso adquieren nuevos méritos los difuntos, pero se les otorgan estos, como consecuencia de los propios de antes. En efecto, solamente en esta vida existe la posibilidad de obrar de manera que estas cosas les sean de alguna ayuda una vez que hayan dejado de existir. Y, por tanto, al llegar al término de esta vida, nadie podrá tener después más que lo merecido durante ella.” (Sermón 172. 2. 2).
Comentario: San Agustín es claro al informarnos de que ofrecer oraciones por los difuntos y celebrar la santa Misa es una practica de la Iglesia entera que se ha recibido de los Padres de la Iglesia, esto es; que viene desde los mismo apóstoles. San Agustín nos dice que estos “actos de piedad” apaciguan la justa ira de Dios, y que son de utilidad para aquellos que ya han muerto.

“Señor, no me arguyas en tu indignación. No me halle entre aquellos a quienes has de decir: id al fuego eterno que está preparado para el diablo y sus ángeles. Ni me corrijas en tu furor, sino purifícame en esta vida y vuélveme tal que ya no necesite de fuego corrector, atendiendo a los que han de salvarse, aunque, no obstante, como a través del fuego. ¿Por qué acontece esto si no es porque edifican aquí sobre el cimiento, leña, paja, heno? Si hubiesen edificado sobre el oro, plata, piedras preciosas, estarían libres de ambas clases de fuego, no sólo de aquel eterno, que ha de atormentar para siempre los impíos, sino también de aquel que corregirá a los que han de salvarse a través del fuego.” (Enarraciones sobre los Salmos, 37,3: BAC 235, 654.
Comentario: San Agustín aquí es muy claro en enseñar la existencia real del Purgatorio, nos dice que para el es preferible pasar por el Purgatorio en vida cuando dice: “…purifícame en esta vida y vuélveme tal que ya no necesite de fuego corrector…”. San Agustín cita también 1ª Cor 3:15, el cual habla de los distintos materiales espirituales con los que una persona puede construir su fundación espiritual, (obras buenas o malas), y nos dice que si una persona construye con materiales como el oro, plata o piedras preciosas se vera libre de ambas clases de fuego: fuego infernal, fuego purgatorial.

Gregorio Magno.
“Nos da a entender con esas palabras que hay pecados que se perdonan en esta vida, y otros en la otra; porque lo que se niega sobre un punto se concede sobre los demás. Sin embargo, este perdón de los pecados en el otro mundo debe entenderse de los pecados veniales, como las palabras ociosas, las risas inmoderadas o la falta de cuidado en los deberes ordinarios, que apenas pueden practicarse sin culpa, o los que no saben como encaminarse o el extravío en culpas graves por ignorancia. Hay también algunas cosas que agravan nuestra suerte futura si en esta vida no hemos obtenido el perdón de ellas, etc. Pero es necesario tener presente que no será castigado en el purgatorio sino aquel que por su conducta hubiere merecido en esta vida esta indulgencia.” (Dialogorum libri, 4,34).

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