¿En qué consiste la comunión reparadora de los cinco primeros sábados de mes?
En la tercera aparición en Fátima, el 13 de julio de 1917, Nuestra Señora había dicho:
"Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados".
El mensaje de Fátima no estaba, pues, definitivamente concluido con el ciclo de las apariciones de Cova de Iría en 1917.
Así,
en el día 10 de diciembre de 1925, la Santísima Virgen, teniendo a su
lado al Niño Jesús sobre una nube luminosa, se apareció a la Hna. Lucía
en su celda, en la Casa de las Doroteas de Pontevedra. Poniéndole la
mano en el hombro, le mostró un corazón rodeado de espinas, que tenía en
la otra mano. El Niño Jesús, señalándolo, exhortó a la vidente con las
siguientes palabras: "Ten pena del Corazón de tu Santísima Madre, que
está rodeado con las espinas que los hombres ingratos constantemente le
clavan, sin haber quién haga un acto de reparación para quitárselas".
Más adelante, la Virgen añadió:
"Mira,
hija mía, mi Corazón rodeado de espinas que los hombres ingratos, a
cada momento,me clavan con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, haz
algo por consolarme y di que a todos aquelos que durante cinco meses, en
el primer sábado, se confiesen, reciban la sagrada comunión, recen el
rosario y me acompañen quince minutos meditanto sus misterios con el fin
de desagravarme, yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con
todas las gracias necesarias para su salvación".
El
día 15 de febrero de 1926, la Hna. Lucía expone al Niño Jesús, en una
nueva aparición que tuvo en Pontevedra, las dificultades que tenían
algunas personas de confesarse el sábado, y pidió que fuese válida la
confesión dentro de los ocho días. Jesús respondió:
"Sí,
puede ser, y hasta de muchos días más, con tal de que cuando me reciban
estén en gracia y tengan la intención de desagraviar al Inmaculado
Corazón de María".
La
Hna. Lucía incluso levantó la hipótesis de que alguien se olvide de
poner la intención al confesarse, a lo que Nuestro Señor respondió: "Pueden ponerla en la confesión siguiente, aprovechando la primera ocasión que tengan para confesarse".
En
la vigilia del 29 al 30 de mayo de 1930, Nuestro Señor, hablando
interiormente a la Hna. Lucía, resolvió también otra dificultad: "Será
igualmente aceptable la práctica de esta devoción el domingo siguiente
al primer sábado, cuando mis sacerdotes, por justos motivos, así lo
determinen".
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