| 
 
 
 
 
 
 
Después
 del traslado de la población de Libisosa al actual emplazamiento de 
Lezuza, en la Colonia quedó en pie un templo que estuvo dedicado a la 
diosa Lucina, patrona de las mujeres que estaban en cinta, pero 
seguidamente al Edicto del Emperador Constantino por el que el 
catolicismo penetró en el Imperio, dicho templo fue dedicado al culto 
católico bajo la advocación de Nuestra Señora de la Luz Ana o Santa Mana
 Luciana, cuyo templo duró hasta el siglo XIX, siendo ésta la primera 
devoción conocida de los lezuceños. Dice Alonso de Requena que este 
templo y ermita de Nuestra Señora Luciana siempre visitado por los 
fieles, al entrar en él produce una gran devoción y fervor y tenía en sí
 no sé qué olor celestial que no se alcanzaba a poderlo explicar, cuyo 
olor y fragancia han experimentado muchas personas, agregando que en 
otro templo o ermita situado en Terrinches (Ciudad Real), dedicado 
igualmente a la Virgen Luciana, se ha experimentado ese olor y 
fragancia.  
 
A
 dicho templo, hasta que se hundió se iba en procesión y se decía misa 
tres días al año, la Purísima, 8 de diciembre, la Conversión de San 
Pablo, 25 de enero y el día de San Ivo, 19 de mayo.  
La
 devoción a Sta. María Luciana fue muy fuerte y arraigada, siendo objeto
 el templo de muchas donaciones de bienes por parte de los fieles, que 
con el tiempo se fueron vendiendo; así en 1.785 fue vendida una casa 
perteneciente a dicha ermita, sita en Lezuza en la calle Catalina del 
Amo, por 725 reales para con su precio reparar dicha ermita ya que se 
había hundido por aquel entonces la mitad de la misma y en 1.798 fueron 
vendidas 53 fanegas de tierra en el sitio Hoya de la Virgen de Encina 
Hermosa también propiedad de la ermita por 2.858 reales y 26 maravedíes a
 D. Pedro Antonio Malo de Tejada, párroco de Lezuza al cual tomó 
posesión de las mismas el día 13 de mayo de 1.802, dándole posesión el 
alcalde de la Villa D. José Olivas y Denia, Abogado de los Reales 
Consejos, introduciéndole en dichas tierras, en las que quitó piedras, 
arrancó romeros, cortó ramas e hizo otros actos en señal de posesión.  
Esta
 devoción se ha perdido quedando sólo como recuerdo de ella una calle 
que desde muy antiguo lleva el nombre de Santa María Luciana, conocida 
por calle Luciana.  
Otra
 devoción, aunque menos antigua, es la de los Santos Vicente y Leto, que
 con la destrucción de su templo por Leovigildo y la invasión sarracena 
después, siguió la suerte de la anterior; también en su recuerdo sendas 
calles de Lezuza, ya en nuestros días han sido rotuladas con los nombres
 de estos mártires. San Cristóbal y San Sebastián tuvieron también sus 
devotos en otro tiempo, llegando a levantárseles dos ermitas a ellos 
dedicadas, que no fueron concluidas, terminando por desaparecer y con 
ello desapareció igualmente tal devoción.  
 
También
 San Pablo gozó de la devoción popular, guardándose la fiesta del 25 de 
enero, Conversión de San Pablo, haciéndose procesión con su imagen y 
misa en Santa María Luciana, votando la villa en 1.633 guardar esta 
fiesta a perpetuidad, con procesión y misa en aquella iglesia, voto 
confirmado por el arzobispo de Toledo; con el hundimiento de tan 
repetida ermita se palió esta devoción. Una calle de Lezuza 
recientemente dedicada al Apóstol de las Gentes es el solo testigo de 
aquel fervor religioso.  
El
 Santo Cristo de la Salud fue otra advocación muy venerada por los 
lezuceños, levantando una ermita con esta dedicación dentro de la villa,
 en ella se enterraron los fallecidos desde el día 16 de octubre de 
1.803 al 15 de diciembre del mismo año. Hundida su techumbre, permaneció
 en esta situación largo tiempo, hasta que fue reconstruida pero con 
dedicación bien diferente a la de iglesia. Una calle y una plazuela de 
la villa, lugar de su emplazamiento, llevan el nombre de este Cristo 
desde tiempo inmemorial, pero también como devoción popular por los 
lezuceños puede considerarse perdida.  
Del
 mismo modo, fue el pueblo de Lezuza muy devoto en otros tiempos de San 
Ivo, religioso francés nacido en la región de Bretaña en 1.253 el que se
 distinguió por su austeridad y su amor a la justicia y a los 
necesitados, falleciendo en 1.303 y al que constantemente hacían los 
lezuceños ofrecimientos y promesas guardándose su fiesta. Este Santo 
tenía en la ermita de Santa María Luciana una imagen y un altar a donde 
iban los fieles cada 19 de mayo, festividad del Santo, a oir misa y 
hacer una procesión. Pero ¿cómo llegó esta devoción a Lezuza?  Alonso
 de Requena dIce que no sabe cómo llegó a Lezuza tan fuerte devoción por
 este santo bretón, abogado de los pobres, pero el sacerdote - no ha 
mucho fallecido- nacido en Tiriez, D. Agustín Lozano Sánchez, con 
verosímil hipótesis, apunta que tal devoción debieron introducirla los 
frailes franciscanos y dominicos con los cuales estaba muy ligado el 
Santo desde principios del siglo XlV.  
Ya
 que el bienaventurado Carlos de Blois mandó construir a sus expensas en
 todas las iglesias de los padres predicadores (dominicos) y de los 
hermanos menores (franciscanos) de Flandes un altar con un retablo y una
 imagen de San Ivo bellísimamente decorados.  
Y
 como quiera que hay un tiempo en que toda la zona del Arcedianato de 
Alcaraz -al que siempre perteneció Lezuza, tienen gran contacto e 
influencia tanto los dominicos como los franciscanos, ubicados en varios
 pueblos de dicho Arcedianato (Alcaraz, El Bonillo, Liétor; Ossa de 
Montiel, etc.) bien pudiera ser que fueran ellos los que trajeron la 
devoción de San Ivo, o bien a través de los franceses que en distintas 
épocas vinieron masivamente a España estableciéndose definitivamente en 
ella como artesanos: herreros, carpinteros, tallistas, tejedores, etc., 
pero dada la época en que San Ivo gozó del fervor popular en Lezuza 
parece más segura la primera opinión.  
 
Aunque
 no tan antigua como la de la Virgen Luciana, siempre gozó de la 
devoción del pueblo la Santa Cruz, en cuya ermita había una imagen 
antiquísima con dicha advocación pues en 1.595 ya se ordena retejar 
dicha ermita y en 1.596 llegó a ella el Visitador de Toledo, ordenando 
entonces se hiciese una nueva imagen con limosnas porque la vieja era 
"indecente"; la imagen que entonces se hiciera debe ser la actualmente 
existente de Nuestra Señora de la Cruz, constando que en 1.698 ya había 
el día de la Cruz, procesiones y misa en su honor.  
No
 se conoce con exactitud la fecha en que fuese la Virgen bajo tal 
advocación declarada patrona de la villa, pero sin duda olvidado el 
patronazgo de los Santos Mártires y sin perjuicio de la devoción de 
Santa María Luciana, el fervor del pueblo debió centrarse sobre la 
Virgen de la Cruz, en razón a su fama de milagrosa y poco a poco empezar
 a llevarse a cabo actos religiosos en su honor, acabó siendo tenida por
 tal patrona que la autoridad eclesiástica debió confirmar, aunque de 
ello no he podido conseguir noticia.  | 
No hay comentarios:
Publicar un comentario