viernes, 27 de octubre de 2017

Una experiencia cercana a la muerte

La doctora Gloria era atea y partidaria del aborto y la eutanasia. En 1995, algo truncó su vida aunque, como veremos, fue para bien: la doctora…

La doctora Gloria era atea y partidaria del aborto y la eutanasia. En 1995, algo truncó su vida aunque, como veremos, fue para bien: la doctora Gloria Polo, odontóloga colombiana, fue alcanzada por un rayo y su organismo quedó ampliamente necrosado, cayendo en un coma profundo.
Cuando despertó del mismo contó un impresionante “viaje” por el otro lado de la vida, en que vio el Cielo, el Purgatorio y el Infierno. Ella misma relató en persona ante un nutrido público en la parroquia de Santa Micaela de Madrid su dramática experiencia:
“El rayo me carbonizó y quedé en paro cardiaco, sin vida, pero mientras mi carne estaba allí carbonizada yo me encontraba dentro de un hermosísimo túnel blanco, de un gozo, de una paz, una felicidad que no hay palabras humanas para describir la grandeza de ese momento”. “Gracias a Dios, yo estaba en coma porque defendía el aborto y la eutanasia, y si hubiese sido consciente del estado de mi cuerpo, al que tanto dinero y culto había dedicado, hubiese pedido que me dejasen ‘morir dignamente’”.
“Llegué a un lugar en el que había una felicidad inmensa, donde todo el mundo estaba como vestido de sol, y me di cuenta de que el vestido que llevaban estaba hecho de la piel del Cordero de Dios, es decir de las comuniones que habían recibido a lo largo de sus vidas. Y vi a mi madre. Yo siempre pensé que era una fracasada, sin estudios, que sólo servía para criar hijos y para trabajar. Pero allí estaba, y estaba tan guapa, tan feliz”.
Pero Gloria no se pudo quedar con su madre y comenzó a descender en un paseo que poco a poco fue perdiendo encanto: “Había muchísima gente. La luz se fue perdiendo y empecé a andar en unos túneles de tinieblas espantosas. Ellas mismas ocasionan dolor, horror y vergüenza, y huelen mal. Siento un vacío impresionante en mi cuerpo, un abismo al fondo inenarrable, porque lo más espantoso de ese hueco era que no sentía ni un poco del amor de Dios, ni una gota de esperanza. Yo sabía que si entraba ahí, mi alma estaba muerta. Y en ese horror tan grande, me cogen de los pies. Mi cuerpo entró en ese hueco, pero mis pies estaban sostenidos desde arriba. Fue un momento muy doloroso y terrorífico. El ateísmo se me quedó en el camino y empecé a gritar. Me di cuenta de que allí se encontraban millares de personas, sobre todo jóvenes, y con dolor me doy cuenta de que se empieza a escuchar el rechinar de dientes con unos alaridos y lamentaciones que me estremecían. Pero lo más terrible es la ausencia de Dios. No sentía al Señor”.
“Las oraciones de mucha gente me salvaron. Grité: ¡Señor, perdóname! ¡Dame una segunda oportunidad! Y ese fue el momento más bello, yo no tengo palabras para describir ese momento. Él baja y me saca de ese hueco. Me enseñó un montón, infinidad de llamitas. Eran fuego de amor, encendidas por la adoración de miles de personas. Y ya llevo más de diez años dando testimonio”.
La doctora Gloria Polo en su vida anterior había abortado a un hijo suyo así como había ayudado y patrocinado diversos abortos. Tuvo también una visión de la belleza de la concepción y de la gravedad de acabar voluntariamente con la vida del concebido.
Tan pronto como se forma el embrión en el vientre de la madre se forma el alma del hombre: “Se forma una chispa hermosa. El vientre de la madre, tan pronto es fecundado, se ilumina con el brillo del alma; y, cuando se aborta esa alma grita y gime de dolor aunque no tenga ojos ni carne. Se escucha ese grito cuando lo están asesinando y el Cielo se estremece, y en el Infierno se escucha otro grito igual, pero de júbilo”.
En suma, el Señor se deja conmover por las oraciones de los fieles, y usa de su misericordia infinita y da una segunda oportunidad aun en situaciones en que, humanamente hablando, pensaríamos que se trata de un caso desesperado.

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