viernes, 15 de diciembre de 2017

Predicación de Adviento: Que Cristo sea el centro de nuestra vida








De María Fernanda Bernasconi, Sp

A pesar de todo lo que se habla de Él, Cristo es un marginado en nuestra cultura
Tal como explicó el mismo Predicador de la Casa Pontificia, las meditaciones de Adviento de este año será sólo dos, por razones de calendario y tienen el objetivo de situar a la Persona divino-humana de Cristo en el centro de los dos grandes componentes que constituyen “lo real”, o sea el cosmos y la historia; el espacio y el tiempo; la creación y el hombre. De ahí que haya sugerido tener en cuenta que “a pesar de todo lo que se habla de Él, Cristo es un marginado en nuestra cultura”. Sí, puesto que – como afirmó el Padre Cantalamessa – “está totalmente ausente” de los tres principales diálogos donde la fe está comprometida en el mundo contemporáneo, a saber: “con la ciencia, con la filosofía” y “entre las religiones”.
Relación entre Cristo y el cosmos
Entre los temas abordados en esta primera predicción destacamos: “Cristo y la creación”, es decir, todo lo que atañe a la relación entre Cristo y el cosmos. “El Espíritu de Cristo”, argumento que lo llevó a preguntase, por ejemplo, si el Hijo de Dios ¿tiene algo que decir sobre el problema candente de la ecología y de la salvaguarda de la creación, o si ésta se desarrolla de modo totalmente independiente de Él, como un problema que afecta, eventualmente, a la teología, pero no a la cristología?
A lo que añadió que, en su opinión, la falta de una respuesta clara por parte de los teólogos a esta pregunta depende, como tantas otras lagunas, de una escasa atención al Espíritu Santo y a su relación con Cristo resucitado. Por esta razón destacó que “el Espíritu Santo es la fuerza misteriosa que impulsa la creación hacia su plenitud”. A la vez que recordó que hablando de la evolución del orden social, el Concilio Ecuménico Vaticano II afirma que “el Espíritu de Dios que, con admirable providencia, dirige el curso de los tiempos y renueva la faz de la tierra, está presente en dicha evolución”.
Refiriéndose a un autor anónimo del siglo II que ve que este prodigio se repite en la nueva creación que se realiza mediante la Pascua de Cristo, destacó que “lo que el Espíritu de Dios obró en el momento de la creación, lo obra ahora el Espíritu de Cristo en la redención”.
Asimismo el Predicador de la Casa Pontificia aludió a “cómo actúa Cristo en la creación”, si ¿también tiene algo que decir sobre los problemas prácticos que el reto ecológico plantea a la humanidad y a la Iglesia? O ¿en qué sentido podemos decir que Cristo – que actúa a través de su Espíritu – es el elemento clave para un sano y realista ecologismo cristiano?”. A lo que respondió que cree que sí, es decir, que Cristo desempeña una función decisiva también sobre los problemas concretos de la salvaguarda de la creación, si bien la desarrolla de manera indirecta, o sea trabajando sobre el hombre y  a través del hombre sobre la misma creación.
He venido para servir
También afirmó que la novedad traída por Cristo a este ámbito es que él ha revelado el verdadero sentido de la palabra “dominio”, como es entendido por  Dios, lo que quiere decir, “como servicio”. Mientras todas las motivaciones que los teólogos han intentado dar a la encarnación – al “porqué Dios se ha hecho hombre” – caen ante la evidencia de la declaración en la que dice: “He venido para servir y para dar la vida para muchos”. De manera que se trata de aplicar “esta nueva idea de dominio” también a la relación con la creación, sirviéndose ciertamente de ella, pero también “sirviéndola”, lo que significa, “respetándola, defendiéndola y protegiéndola de cualquier violación”.
La Navidad es una llamada fuerte a la sobriedad y austeridad
A este punto de su mediación el Padre Cantalamessa recordó que la Navidad es una llamada fuerte a la sobriedad y austeridad en el uso de las cosas, tal como nos lo demuestra el mismo Creador que, haciéndose Hombre, se contentó con un establo para nacer. De modo que todos, creyentes y no creyentes – dijo – estamos llamados a comprometernos con el ideal de la sobriedad y del respeto de la creación, si bien nosotros los cristianos, “debemos hacerlo por un motivo y con una intención más y diferente”. Puesto que “si el Padre celestial hizo todo por medio de Cristo y con vistas a Cristo, también nosotros debemos tratar de hacer todas las cosas así, es decir, “con su gracia y para su gloria”, incluyendo lo que hacemos en este día.

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