jueves, 18 de enero de 2018

¿La Edad Media fue luz u oscuridad para el mundo?



Este video de una manera muy didáctica y rápida no solo reivindica la gloria y el legado de la Edad Media sino también de la Iglesia misma. Y me lleva a una serie de cuestionamientos personales que se los comparto a continuación.

Actualmente existe una corriente muy fuerte por cambiarlo todo y desestimar los legados del pasado. Esto no solo es evidente en algo tan grande como un período histórico de 1000 años: la Edad Media, sino también en la anulación y desestimación de la opinión y sabiduría de nuestros ancianos y de nuestros ancestros. Hemos olvidado el honrarlos y sobrepasarlos como dice el video.
S.S. Benedicto XVI, en su discurso con motivo de su visita a la Universidad Gregoriana en el año 2006, dice:
«Hoy no se puede por menos de tener en cuenta la confrontación con la cultura secular, que en muchas partes del mundo no sólo tiende cada vez más a negar todo signo de la presencia de Dios en la vida de la sociedad y de cada persona, sino que también, con varios medios, que desorientan y ofuscan la recta conciencia del hombre, quiere minar su capacidad de ponerse a la escucha de Dios».
Cuántas veces hemos escuchado y leído frases como esta: «eso es retrógrado, casi medieval» cuando se hace referencia a pensamientos de la tradición católica. Tratando de anularla o desestimarla incluso para temas que tienen que ver con el orden social natural.
Ahora que conozco un poco más lo que dice la Iglesia pienso: sí tan sólo fuéramos un poco más “medievales”, si tan sólo viviéramos pensando más en el reino eterno que el las temporalidades de este mundo…
La primera vez que vi este video me quedé sorprendida por mi propia ignorancia −y debo reconocerlo públicamente− este vídeo no solo me ha servido como una instrucción cultural e histórica sino que ha generado un fuerte cuestionamiento sobre mi propia formación y mi capacidad de discernimiento. En esta misma línea es que me pregunto: ¿Cómo puedo dar credibilidad a mucho de lo que escucho o leo sin verificar la fuente o veracidad de la información que estoy recibiendo? ¿Cómo me estoy formando? O ¿Es que ya no es importante cultivarse en el arte, en las letras, en las ciencias como era usual en esos tiempos pasados, a los que llamamos “oscuros”.
Este cultivarme como ser humano integral impacta directamente en mi vida espiritual, en mi relación con Dios. Observando, formándome, maravillándome, estudiando los cuestionamientos de los grandes pensadores mi mente y mi espíritu (fe y razón) se mueven, y se aviva ese hambre que todos tenemos por la búsqueda de la verdad que no es sino Dios. A través de estas experiencias y aprendizajes es que voy conociendo a Dios, y al conocerlo lo amo. No se ama, lo que no se conoce.
Con lo que digo no pretendo ser una pesimista que desestime cualquier otra época que no sea la Edad Media, sino simplemente reconocer sus grandes aportes muchos de ellos propiciados por la Iglesia y ese hambre del hombre medieval por la búsqueda de Dios.
«La intención no es retroceder o hacer una crítica negativa, sino ampliar nuestro concepto de razón y de su uso. Porque, a la vez que nos alegramos por las nuevas posibilidades abiertas a la humanidad, vemos también los peligros que surgen de estas posibilidades y debemos preguntarnos cómo podemos evitarlos. Sólo lo lograremos si la razón y la fe se reencuentran de un modo nuevo, si superamos la limitación que la razón se impone a sí misma de reducirse a lo que se puede verificar con la experimentación, y le volvemos a abrir sus horizonte en toda su amplitud» (Benedicto XVI. Discurso en la Universidad de Ratisbona).
Razón y fe van juntas. ¿Cuántas veces me he encontrado con cuestionamientos históricos sobre mi fe y no he sido capaz de explicarlos o aclararlos porque no estoy bien formada e informada?. Y sin entrar a detalles, los cristianos somos constantemente atacados con publicaciones de “conocedores” que están basadas en falsedades y por no tener ese hambre “medieval” de instruirnos, de averiguar, de investigar, de apreciar lo que verdaderamente es bello, permitimos que otros ganen la batalla.
¿Cómo es posible que asista a exposiciones de arte moderno y salga con ese sin sabor de no haber encontrado belleza alguna y permitir ser llamada ignorante por no saber apreciar algo que realmente es nefasto, obsceno y hoy en día se llama arte?  ¿Cómo es posible que no inculque en mis hijos pequeños el gusto por la música de los grandes maestros? ¿Cómo es posible que ignore mi historia? ¿Dónde está Dios dentro de nuestro mundo científico y cultural?. Nuevamente citando a Benedicto XVI: «Para muchos, Dios se ha convertido realmente en el gran Desconocido. Pero como entonces tras las numerosas imágenes de los dioses estaba escondida y presente la pregunta acerca del Dios desconocido, también hoy la actual ausencia de Dios está tácitamente inquieta por la pregunta sobre Él. Quaerere Deum –buscar a Dios y dejarse encontrar por Él: esto hoy no es menos necesario que en tiempos pasados. Una cultura meramente positivista que circunscribiera al campo subjetivo como no científica la pregunta sobre Dios, sería la capitulación de la razón, la renuncia a sus posibilidades más elevadas y consiguientemente una ruina del humanismo, cuyas consecuencias no podrían ser más graves. Lo que es la base de la cultura de Europa, la búsqueda de Dios y la disponibilidad para escucharle, sigue siendo aún hoy el fundamento de toda verdadera cultura».
Necesitamos examinarnos a nosotros mismos, no llenarnos la cabeza con conocimiento estéril sino por el contrario nutrirnos de experiencias y conocimiento que den fruto y gloria a Dios.
Los invito a nuevamente a ver el video con detenimiento y maravillarse con una época en la que «(…) la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados» (Leon XIII).
Les dejo algunas ideas para reflexionar:
1. ¿Cómo me estoy formando tanto intelectual como espiritualmente para poder dar razón de mi fe?
2. ¿Cómo es que mi vida espiritual puede crecer a través de mi formación

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