viernes, 19 de enero de 2018

Película apostólica recomendada: «Si Dios quiere» (2015)



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No hay vuelta atrás, vivimos en un mundo que predica tolerancia pero hay una incoherencia (que es hasta casi cómica) en todo su discurso. La película de la que vamos a hablar hoy: «Si Dios quiere»Se Dio Vuole» en su idioma original), de un modo profundamente humano y genialmente entretenido, retrata a la perfección las inconsistencias de la tolerancia moderna.

El Dr. Tommaso De Luca es un excelente médico, ateo, con una “familia perfecta”: una mujer ama de casa, una hija medio tonta ya casada con un joven con el mismo nivel intelectual que ella, y un hijo, Andrea, que estudia lo mismo que él. Tommaso nota que Andrea pasa mucho tiempo con uno de sus amigos y sospecha que su hijo podría ser homosexual. Para entrar en la onda moderna de ser un tipo tolerante lo escuchamos decir: –«Que tiene de malo, si es por amor, está perfecto que así lo sea»–. Al día siguiente, Andrea, le dice a su mamá que quiere anunciarles algo muy importante. Tommaso asume que sus suposiciones son correctas, se las comunica al resto de la familia y todos se ponen de acuerdo para no juzgarlo y apoyarlo. Llega la noche, él, su mujer, su yerno y su hija se sientan en un sillón y Andrea está frente a ellos con una sonrisa. –«Voy a entrar al seminario, quiero ser sacerdote»– dice. En ese momento Tommaso se queda sin palabras. Le dice a su hijo que si es feliz, él es feliz también. Pero en cuanto su hijo deja la casa, el Dr de Luca pierde la cabeza y comienza a gritar: –«No quiero un hijo sacerdote. Es como tener un hijo que toca la gaita en la calle. ¡No quiero que mi hijo toque la gaita en la calle!». Esto desata una serie de eventos muy divertidos en los que Tommaso conoce al padre Pietro (el responsable de la vocación de su hijo) y aprende el significado más profundo de la vida.
La película es muy divertida, con un humor muy característico de los italianos, pero está llena de un contenido muy humano: las inquietudes, los miedos, los dramas y las alegrías de una familia común, que harán de esta película, una excelente experiencia para discutir en grupo y pasar un buen rato. Acá te dejamos algunos puntos que nos gustaría destacar:

1. La intolerancia de los que predican tolerancia

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Tommaso predica tolerancia hasta que se da cuenta que tiene que ser tolerante con la Iglesia y con la vocación de su hijo. Esto, en cierto punto, grafica una realidad que vivimos. Muchas veces estamos hablando con alguien y en medio de la discusión la otra persona saca la carta de: «No, pero tu dice eso porque eres católico», y da por terminada la conversación. Es muy loco como somos tolerantes con algunos temas, pero intolerantes con otros. La película claramente parodia esta actitud. En el personaje de Tommaso se ve dificultad de aceptar la verdad, no porque se tenga un argumento solido al respecto, sino por prejuicio y miedo. Gracias a Dios el siempre el amor cambia nuestro modo de pensar.

2. La importancia de discernir la vocación personal


Andrea es un joven que nos ayuda a plantearnos una pregunta: ¿Nos hemos cuestionado acerca de lo que quiere Dios de cada uno de nosotros? El llamado a cada uno es claro, tan solo tenemos que hacer silencio interior y discernir en base a lo que escuchamos. Andrea lo hace y se va de retiro para encontrarse con Dios. Da miedo plantearse la idea de vivir una vida consagrada a Él, por lo que evitamos completamente esa posibilidad, pero planteárselo no es tomar la decisión. Si uno se pregunta: «¿y si ser consagrado/a es lo mío?», no está tomando la decisión, tan solo se está abriendo a  la posibilidad de que Dios quiera eso para él/ella, y esto no es más que demostrar que lo que buscamos es la santidad, es decir, cumplir con eso que Dios quiere.

3. El asombro de encontrar a Dios de las formas más inesperadas

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Tommaso descubre la grandeza de las pequeñas cosas al tratar de averiguar quién era el responsable de «lavarle el cerebro» a su hijo (otro preconcepto sobre los católicos). Desde atender una pizzería, hasta restaurar una iglesia: las situaciones que el padre Pietro lo hace vivir son sorprendentes, y van amansando al Dr. de Luca de tal manera, que ellas le permiten abrir los ojos a algunas realidades a las que él se había cerrado por completo: la ayuda al otro, la alegría, la sencillez, el amor a su familia, etc. Por momentos aparece la frase del Evangelio en la que Jesús dice: «Si uno quiere ser el primero, sea el último y el servidor de todos» (Mc 9, 30-37). El Padre Pietro se va a acercando a Tommaso con el ejemplo y va compartiendo con él (y con Jesús) las situaciones más cotidianas y sencillas de la vida.

4. Cuando la semilla cae en suelo rocoso

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La hermana de Andrea, Bianca, es la imagen perfecta de la persona que vive la fe desde lo sentimental, sin profundizar. Deja que la fe llegue a ella, se interesa, pero al poco tiempo, la superficialidad de su fe es secada por el sol y se marchita. La imagen de Bianca nos ayuda a preguntarnos: ¿Nos estamos quedando en la superficie de nuestra fe? ¿Hay algún aspecto de mi vida que pueda/necesite una mayor profundización? ¿La fe realmente influye en mi modo de pensar y de actuar?

5. Nuestra fe es una alegría que se contagia

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Andrea es la única persona de su familia que cree, pero en cuanto le comunica al resto que piensa vivir una vida entregada a eso, le sacude el piso a todos. Un poeta francés, Paul Claudel, dijo una vez: «Habla de Cristo solo cuando te pregunten por Él. ¡Pero vive de tal modo que te pregunten por Él!». Esto es lo que Andrea y el padre Pietro hacen y que nosotros estamos llamados a imitar. Ser cristianos es seguir a Cristo. Es vivir nuestra vida como Él vivió, con todas las dificultades que esto implica. Ser santo no es una cosa que le toco a unos pocos y que tenemos que admirar desde afuera. Ser santos es ser protagonistas de la historia, algo a lo que el Papa nos llamó en la vigilia de la JMJ Rio 2013: «No se metan en la cola de la historia, ¡sean protagonistas! ¡Jueguen para adelante! ¡Pateen adelante!». La santidad es algo posible cuando entendemos que no podemos solos, que necesitamos que Jesús nos acompañe. Pero si dejamos que Jesús nos acompañe ¡No queda más que caminar! Y las personas que están a nuestro alrededor, al ver que caminamos con un rumbo bien definido, se van a contagiar y van a empezar a caminar, no siempre en el mismo sentido que nosotros, pero caminar al fin como sucedio con Tommaso.
En fin, podríamos hablar de muchas más cosas, pero los invitamos a ustedes a seguir reflexionando. ¡Es una película que no se pueden perder! 🙂

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