miércoles, 14 de febrero de 2018

Feliz inicio de Cuaresma. Oración, ayuno y limosna: armas claves en la batalla



La Cuaresma es un tiempo que se abraza para renovar el arrepentimiento, buscar fervorosamente a Dios e incrementar el amor al prójimo

Para muchos Católicos Romanos de Tradición Oriental, la Cuaresma es un tiempo que se abraza para renovar el arrepentimiento, buscar fervorosamente a Dios e incrementar el amor y el cuidado por nuestro prójimo.
Luego de unas cuantas semanas de preparación para la Cuaresma (también conocida como el Gran Ayuno) comenzamos un periodo de un dolor resplandeciente, un periodo de 40 días que nos lleva al Domingo de Ramos, la Semana Santa y finalmente la Pascua, la Resurrección o el Festín de todos los Festines.
Y me refiero a un dolor resplandeciente porque el gozo y el dolor están en tensión. Experimentamos dolor por el sufrimiento que vivió nuestro Señor en la crucifixión. Pero al mismo tiempo experimentamos gozo porque sabemos el final de la historia:
Cristo ha resucitado y con su muerte ha pisoteado la muerte, ¡y a aquellos en las tumbas, les ha dado vida!

El Ayuno en la Cuaresma

La Iglesia en su sabiduría, a través de cientos de años, fue haciendo de esta época de ayuno, una preparación para la época del festín.
Se comprende generalmente que el ayuno tradicional, trasladado de generación en generación, es abstenerse de carne y lácteos durante todo la Cuaresma y limitar la comida y bebida a una o dos pequeñas comidas al día (si, sin nada de golosinas), y solo después de ciertas horas (los detalles son un poco más complicados y pueden variar de iglesia en iglesia).
Con el fin de observar este ayuno, uno necesita fuerza de voluntad, preparación y devoción a los preceptos de la Iglesia.
Para los jóvenes y sanos, es recomendable que pongamos frente a nosotros un valiente esfuerzo de observar el Gran Ayuno de acuerdo a la tradición de la Iglesia, pero el nivel de observación es un asunto personal que se trabaja en la conciencia del creyente y en el dialogo con su párroco o su guía espiritual.
Debemos decir que por un lado, la persona que ayuna puede cosechar recompensas de una Gran Cuaresma. Por el otro lado, la iglesia no se avergüenza de los que no ayunan, pero se pierden de una gran oportunidad.
Existen algunas razones que he escuchado del porque los Católicos de Tradición Oriental ayunan en la forma que lo hacen. Algunos están relacionadas con el Génesis.
Uno de los primeros mandamientos referentes al ayuno:
"Del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer" (Gen. 2,17)
Dijo Dios: "Vean que les he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para ustedes será de alimento" (Gen. 1,29)
Es hasta después de la Caída de la Humanidad que el hombre empieza a comer carne de animales.
Algunos dicen que no comer productos derivados de animales durante la Cuaresma es un símil de nuestro regreso al Paraíso, al Edén, a nuestro estado antes de nuestra Caída.
Otra razón aún más práctica para ayunar en la forma que lo hacemos es que nos recuerda a nosotros mismos de nuestra dependencia de Dios.
Cada vez que tengo que planificar una comida alrededor del ayuno o dejar una golosina que tome sin pensarlo, estoy recordando a Dios y el hecho de que pertenezco a Él y no a mis antojos. Adicionalmente, hacemos uso frecuentemente de nuestra fuerza de voluntad para poder observar la inconveniencia de ayunar.
Esto es una especie de práctica o ejercicio para que cuando me enfrente con el pecado, sea más fuerte y capaz de decidir qué es lo bueno y rechazar el mal.
Para poder advertir a los fieles de los peligros de mezclar el orgullo con las obras de justicia, la Iglesia ha colocado antes del comienzo del gran Ayuno, el Domingo de Publicanos y Fariseos.
La lectura del evangelio es una parábola acerca de dos hombres que entran al Templo a orar: uno, el Fariseo, habiendo cumplido todas sus justas acciones, en su arrogancia presume a Dios todas las cosas buenas que ha hecho, y le agradece a Dios por no hacerlo como los pecadores; mientras el otro, un Publicano, sin cumplir con acciones correctas que ofrecer a Dios, le pide misericordia.
Jesús les dice a sus discípulos que el Publicano es quien se va justificado en su humildad ante Dios.
La parábola también "nos muestra que cuando la justicia, que es maravillosa en todos los aspectos y que aparta al hombre para Dios, se enorgullece en su compañía, proyecta al hombre a sus puntos más bajos" (Beato Teofilacto, La Explicación del Santo Rosario de acuerdo a San Lucas).

La Oración en Cuaresma

San Pablo, en su primer epístola a los Tesalonicenses hace un llamado a los seguidores del Señor a "orar constantemente" (1 Tes. 5:17).
Los católicos de oriente, en particular los monásticos, han pasado centurias luchando para comprender y practicar el significado de esta enseñanza.
La Cuaresma se convierte en una época de esfuerzos que deben aumentar para dialogar con Dios y encontrarse con El en la oración y la adoración.
Si no podemos alcanzar un estado incesante de oración debido al ritmo de vida actual, al menos debemos pasar más tiempo conscientes de que estamos en la presencia de Dios, no importa dónde o que estemos haciendo.
La Iglesia nos provee de frecuentes oportunidades para oraciones comunitarias durante el gran Ayuno.
Es muy probable que puedas encontrar más servicios de oración en cualquier Iglesia Católica Romana de Tradición Oriental durante la Cuaresma y la Semana Santa que durante cualquier otro tiempo del año.
Pero también hay un llamado a tener una ferviente oración personal: una llamada a incrementar nuestra devoción como norma o con la oración de Jesús (una pequeña oración que puede ser repetida varias veces durante el día, "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros pecadores").
Muchos pastores hacen llamados a sus rebaños a apagar los televisores, las computadoras y en lugar de eso que lean las escrituras y encuentren tiempos para el silencio.
San Pablo también exhorta a los matrimonios referente al acto marital:
"No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo y por algún tiempo, a fin de poder dedicarse con más intensidad a la oración; después vuelvan a vivir como antes, para que Satanás no se aproveche de la incontinencia de ustedes y los tiente". (1 Cor 7,5)
Muchas parejas de esposos fieles a través de los siglos han observado abstinencia sexual durante toda la cuaresma para poder dedicar más sus pensamientos y tiempo a Dios.

Limosna  en Cuaresma

En preparación para el Gran Ayuno, en el último Domingo en que la carne es permitida (diez días antes del Miércoles de Ceniza), la lectura del evangelio de Mateo nos habla del Ultimo Juicio.
Aquí podemos ver como Jesús les da a la Iglesia una dirección concreta para realizar obras físicas de misericordia:
"Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver" (Mateo 25,35-36).
La Cuaresma se convierte en una oportunidad de hacer un mayor esfuerzo para ver a Cristo en el pobre, el que sufre, el extranjero y en el que menos tiene entre nosotros.
En el último Domingo en el que los lácteos son permitidos (El Domingo antes de Miércoles de Ceniza), la lectura del evangelio de Mateo, nos enseña cómo debemos dar limosna:
"Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" (Mateo 6,3-4)
El Beato Teofilacto interpreta la frase de mano derecha/izquierda con el significado, "No dejes que tu vanagloria se entere de tu dadiva" (La explicación: El Santo Evangelio Según San Mateo)

Reflexiones finales

Los Fariseos muchas veces son presentado como malignos en el evangelio: son orgullosos y rígidos y son fieros perseguidores de Jesús y sus discípulos.
Al mismo tiempo, los Fariseos también ayunan, dan limosna y oran. Son fieles con las tradiciones de sus padres y estrictos en la observancia de la Ley; Jesús nos dice:
"Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos" (Mateo 5,20)
Pero las obras de justicia deben ir de la mano con la fe, el amor y la humildad; la observancia externa de los mandamientos no es suficiente.
Jesús llama a los fariseos hipócritas, o "actores", y que son "semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia". (Mateo 23,27)
Durante esta época de oración, ayuno y limosna, imitemos a los Fariseos en sus virtudes y a los Publicanos en su humildad; y no ayunemos solo de comida y bebida, sino también del pecado, del chisme, de los celos y el enojo! En las palabras de San Juan Crisóstomo:
"¿Que de bueno puede tener si no comes carne o pollo, pero si muerdes y devoras a sus hermanos?"

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