jueves, 22 de marzo de 2018

Converso del islam, ahora es sacerdote: “El islam no nos tolera”



El padre Paul-Elie Cheknoun estuvo en Roma el 19 de marzo para participar en la Noche de los Testigos organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN). Hijo de una familia musulmana argelina, el padre Cheknoun se convirtió al cristianismo en los años 1990 antes de ser ordenado sacerdote en 2007. Según él, muchos musulmanes siguen convirtiéndose a pesar de las dificultades persistentes.

– Usted dio el gran salto al convertirse al cristianismo, aunque no sin dificultad, ¿es el suyo un caso aislado?
No, muchos musulmanes se convierten al cristianismo en Argelia, en países de mayoría musulmana, aunque también en Francia. Solamente en Argelia, desde la década de 1990, se calcula que han sido decenas de miles, principalmente en mi región natal, Cabilia. Son esencialmente evangélicos, muy activos en la evangelización, aunque algunos se convirtieron al catolicismo. Yo mismo conocí a Cristo gracias a ellos en 1999, me hice católico en 2005.
– ¿La conversión comporta riesgos para quienes quieren abandonar el islam?
Los conversos siguen siendo maltratados e incluso perseguidos. No es raro que les margine su propia familia y sus allegados. El islam condena a muerte la conversión, la apostasía, aunque a veces, al no poder matar, los musulmanes ponen a los apóstatas “en cuarentena” echándolos de sus casas la mayoría de las veces. Muchos conversos terminan en la calle.
En cuanto a mí, tuve la gracia de tener un padre que es muy abierto y que aceptó bien mi elección. Así que soy una excepción. Por eso hay muchos que se ven obligados a ocultar su conversión a su familia.
– ¿Cómo vive usted en Argelia?
En tierra de islam, procuro pasar desapercibido. No visto sotana ni llevo crucifijo, nunca. No tengo ningún signo distintivo. El alzacuello me lo pongo justo cuando estoy en una iglesia o en un lugar cristiano. No llamo la atención, esa es la condena de todos los conversos. En un entorno musulmán, hay que hacerse olvidar, el islam no nos tolera. Todos vivimos nuestra fe con discreción.
– ¿Actualmente aceptan a los conversos en Argelia?
En 2006, el Parlamento argelino aprobó una ley, supuestamente para moderar los cultos no musulmanes. En realidad, sirve para frenar la evangelización y las conversiones. Esta ley castiga con 5 años de prisión y una multa muy elevada a toda persona culpable de poseer literatura cristiana, de querer convertir a un musulmán, de criticar el islam o a Mahoma.
Esto nos impide vivir serenamente, pero también evangelizar en las calles. Así que todos nos conformamos con dar la bienvenida a las personas que vienen a las iglesias por su cuenta y con acompañarles. Sin embargo, se necesita mucho tiempo para bautizar a alguien, porque es necesario discernir si es una auténtica conversión y si se entiende bien la medida del compromiso.
– ¿Cuál es la diferencia fundamental entre la Iglesia y el islam que le hizo a usted cambiar de religión?
La razón de ser del islam es antitrinitaria y, por lo tanto, anticristiana. Los musulmanes rechazan la encarnación y pretenden corregir los errores del cristianismo. Los musulmanes rezan cinco veces al día y siempre terminan rezando por la condenación de judíos y cristianos. Llaman a los cristianos perdidos y a los judíos condenados. Muchos versículos llaman a darles muerte porque haber falsificado sus escritos, matado a sus profetas o por no reconocer a Mahoma. Los yihadistas no inventan nada, este terrorismo está escrito en el Corán.
– ¿Qué opina de los mártires de Argelia que serán beatificados próximamente?
Como antiguo musulmán, son un ejemplo… En mi pequeña aldea de Cabilia, han sido asesinados cuatro sacerdotes blancos. Por entonces, leí sobre su muerte en la prensa y pensé que eran nuevas víctimas del terrorismo. No estuve en su entierro, pero allí había muchísimas personas, estaban consternadas por su muerte. Pero no fue una sorpresa. Los terroristas habían llamado a todos los cristianos a abandonar Argelia y quienes no lo hicieron fueron condenados.

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