Estamos entrando a la tercera semana de Cuaresma
y resulta conveniente revisar cómo la estamos viviendo. Una de las
cosas más bonitas de este tiempo litúrgico es que nos insta a vivir más activamente un combate espiritual y madurar en la fe. Es por esto que nuestros amigos de Catholic Stuff nos traen 30 consejos que podemos aplicar a nuestra vida diaria para vencer en nuestra lucha espiritual.
A continuación les presentamos algunos de los puntos que nos parecieron más importantes y que quisiéramos compartir con ustedes
1. Sal de la cama a la primera:
San Josemaría Escrivá le llamaba “el minuto heroico”. Como dice en el
video, empecemos el día con una victoria, y qué mejor que una victoria
sobre ¡nosotros mismos!
2. Ofrece el día a Dios: Que todo lo bueno y lo malo que pase se convierta en una ofrenda.
A través de este ofrecimiento encontramos libertad, dejamos el día en
sus manos y nos mantenemos agradecidos por todo lo que suceda y lo que
no suceda… de todo lo que nos libró. ¡Ojo!, esto no nos exime de nuestra
responsabilidad de hacer las cosas bien. Al contrario, al entregarle el
día a nuestro Señor, le ofrecemos nuestras decisiones y nuestro trabajo
que, al ser para Él, debe ser hecho con excelencia. Ayuda mucho renovar este ofrecimiento a lo largo del día, recordar que lo hacemos para su gloria y por las almas.
3. Viste con modestia:
En el lenguaje cotidiano se suele confundir modestia con falta de
recursos, gusto o elegancia. Según la Real Academia Española (RAE), sin
embargo, la modestia es:
«La
virtud que modera, templa y regla las acciones externas, conteniendo al
hombre en los límites de su estado, según lo conveniente a él».
En
otras palabras, modestia en el vestir significa no caer en el extremo
de usar ropa que sea solo “de marca” o que lo muestre todo (nuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo y, al ser sagrado, no cualquiera
tiene derecho a él), ni caer en el otro extremo de vestirnos como en el
siglo XIX. En ambos casos, atraeríamos el tipo incorrecto de atención…
vístete con ropa que realce tu belleza y dignidad, de forma tal que
combines elegancia con sobriedad.
4. Piensa en las necesidades de los demás antes que en las tuyas:
Para esto hay que vivir nuestro día a día con los ojos del alma
abiertos. Dejemos de ensimismarnos en nuestros propios problemas y
realidad. Estemos abiertos a la realidad de los amigos, colegas,
familiares y gente en la calle, que Dios pone en nuestro camino. Como
dice el Papa Francisco en el mensaje para la Cuaresma 2017: «El otro es un don», un don de Dios para llegar a la santidad.
5. No vivas pendiente del celular y/o redes sociales:
Es cierto que el celular se ha convertido en herramienta casi
indispensable en nuestras vidas, pero ejerzamos nuestra libertad
diciéndonos no a nosotros mismos. Una cosa es usarlo cuando debemos,
otra es depender y hallar refugio en él.
6. Hazte un horario y aprovecha el tiempo a tope:
Hace poco escuché que un cristiano no debería nunca decir “no tengo
tiempo”, pues si es que vive haciendo la voluntad del Señor, siempre
tendrá tiempo para hacer lo que tiene que hacer.
7. Define un tiempo para la oración:
Lo cual se relaciona con el punto anterior. Cuenta la madre Teresa de
Calcuta que llegó un momento en el que ni ella ni su congregación se
daban abasto durante el día para atender a todos los que estaban a su
cargo, por lo que, contra toda “lógica” decidió incluir una hora de
adoración diaria al Santísimo. Es desde ese momento (1973), que la
congregación comenzó a crecer y florecer. En otras palabras, es justo cuando “no tenemos tiempo”, que más necesitamos de un tiempo de oración.
8. No seas caprichoso: El cristiano ha entendido que en Jesús dejamos de ser esclavos, incluso de nuestros antojos, incluso de nosotros mismos.
9. Reza el rosario: ¿Todos los días? Sí. Es claro que lo más probable es que no suceda de la noche a la mañana, pero puedes intentarlo todos los días. Si el rosario se te hace muy largo, puedes comenzar tal vez con la Coronilla de la Misericordia.
10. Obedece:
Obedecer es una forma de amar. Como cristianos estamos obligados a
obedecer a nuestras autoridades lícitas (padres, maestros, gobierno) y a
la ley humana justa, pero no debemos caer tampoco en la obediencia
ciega: «Te obedezco en la medida en que esa orden obedezca a Dios», o como dijo Santo Tomás Moro antes de ser ejecutado por el rey Enrique VIII (fundador del anglicanismo): «Muero siendo un buen servidor del rey, pero primero de Dios».
11. Haz de la Eucaristía el centro de tu vida:
Si puedes ve a misa todos los días. Si no, puedes visitar el Sagrario
todos los días y hacerle compañía, consolar su corazón. Si tampoco
puedes o no hay suficientes iglesias o están cerradas cuando vas:
detente un momento en la puerta y reza. Aunque la iglesia esté cerrada
su presencia verdadera permanece y traspasa las puertas.
12. Reza antes de dormir: Este
tiempo es precioso pues te ayuda a entender y ver de forma distinta
ciertas situaciones que sucedieron durante el día. Si lo haces en
actitud de oración, no es solo tu capacidad de análisis el que hace esto
posible, sino que tendrás su voz para guiarte. Haz el examen de
conciencia y las tres Ave marías (que son prenda de salvación, como
decía el querido jesuita Padre Jorge Loring).
En
la lista habrá cosas que se te harán más fáciles de cumplir que otras.
Empieza poco a poco, lo importante es ser constantes y no dejar de
intentarlo. Cuéntanos cómo te va y recuerda
que ninguno de nosotros es santo todavía, para todos es difícil, pero
todos estamos juntos en la lucha. Y como diría la Madre Angélica:
«Incluso el diablo cree en la existencia de Dios. Creer tiene que cambiar nuestra manera de vivir».
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