jueves, 6 de diciembre de 2018

Novena a la Inmaculada Concepción. Día 8: María, fortaleza de los débiles


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La vida de María nunca le robó la gloria a su hijo Jesús, porque su misión era ser testigo de la gloria del Hijo de Dios

La Virgen María, madre de Jesús, comúnmente conocida como María, Madre de Dios, Santa María, Virgen María y la Santísima Virgen María, es una de las figuras más admiradas en las Escrituras y considerada por muchos como la más grande de todos los santos cristianos.
María fue una pequeña sierva dispuesta a hacer la voluntad de Dios, puesto que confiaba en Él y obedecía su llamado.
Si bien, la elección de María tuvo un gran honor, su llamado también requirió un gran sufrimiento. Aunque hubo alegría en la maternidad, hubo un gran dolor en el privilegio de ser la madre del Mesías. A pesar de estas cosas, ella respondió a Dios con gran obediencia y sumisión a su plan.
La vida de María nunca le robó la gloria a su hijo Jesús, porque su misión era ser testigo de la gloria del Hijo de Dios.
Esta novena a la Inmaculada concepción, nos invita a la oración constante, a profundizar la Palabra de Dios y meditarla en el corazón

Novena a la Inmaculada Concepción

  • Señal de la Cruz
  • Acto de contrición
  • Oración inicial
  • Oración para el día correspondiente
  • Oración final

1.- Señal de la Cruz

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

2.- Acto de contrición

Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confió en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

3.- Oración inicial

A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados y suplicantes en esta novena, para rogarte que nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado.
Acuérdate, Virgen Santa, que has sido hecha Madre de Dios, no sólo para tu dignidad y gloría, sino también para nuestra salvación y provecho de todo el género humano.
Acuérdate que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección e implorado tu auxilio, haya sido desamparado. No me dejes, pues, a mi tampoco, porque si me dejas me perderé; que yo tampoco quiero dejarte, antes bien, cada día quiero crecer más en tu verdadera devoción.
Alcánzame principalmente estas tres gracias: la primera, no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un grande aprecio de la virtud cristiana, y la tercera, una buena muerte.
Además, dame la gracia particular que te pido en esta novena
- Realizar aquí su petición -

4.- Meditación del octavo día: María, fortaleza de los débiles

La vida no es fácil para un hombre que aspira a una virtud muy fuerte. Las tentaciones del mundo son demasiado fascinantes.
En la juventud, la pasión juega como una llama ardiente. En el éxito, los falsos amores se abalanzan sobre él. En el fracaso, él es incitado a buscar el olvido en el pecado. Y siempre, como criatura de cuerpo y alma que es, él conoce sobre la guerra en cada uno de sus miembros, y como la ley de la carne siente codicia contra el espíritu.
Ningún hombre que está vivo y feliz en la conservación o recuperación de la virtud, deja de agradecer a una mujer: su madre lo más probable fue quien le dio los ideales de la pureza de la mujer... Fue el encanto quien lo mantuvo a salvo, la esposa que le dio amor puro consagrado en el altar, la monja que fue su maestra y amiga.
Y María ...
María, quien ha sido la Madre sin mancha de millones de hombres
María, quien ha sido tentada, la Virgen todopoderosa, la toda tierna y de amor inmaculado.
María, quien podría mendigar a la pureza de su Hijo por los hombres atormentados y tentados
María, inspiración de los caballeros, escudo de los soldados, fortaleza de los débiles, refugio de los pecadores, gloria de los santos.
Oración: Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Rezar tres Avemarías
Jaculatoria: "Tu Inmaculada Concepción, oh Virgen Madre de Dios, anunció alegría al universo mundo"

5.- Oración a la Inmaculada Concepción

Oh Dios, que por la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, hiciste preparar una morada digna de tu Hijo, te suplicamos que, así como a ella la preservaste de toda mancha en previsión de la muerte del mismo Hijo, concédenos también que, por medio de su intercesión, podamos llegar purificados de todo pecado a tu presencia.
Por el mismo Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Todos los días de la novena:

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